Louis-Adolphe Hervier, nacido en 1818 en París y fallecido en 1879, fue un pintor y grabador francés. Sus obras son en su mayoría dibujos, acuarelas y paisajes que muestran la influencia de los pintores ingleses. Este artista apenas representa los acontecimientos contemporáneos. Sin embargo, en junio de 1848, a la manera de artistas como Daumier o Courbet que habían evocado las jornadas revolucionarias de febrero de 1848 y el advenimiento de la Segunda República, pintó, acuareló, grabó y litografió una serie en torno a las violentas «jornadas de junio», revelándose como testigo de los acontecimientos de su época.
A diferencia de otras obras que relatan con entusiasmo las jornadas de Febrero, Hervier, en su serie sobre Junio, se centra en la sangrienta represión de la insurrección obrera por parte de la Guardia Nacional. El cuadro de Hervier, muy cercano a la acuarela, es un reportaje, una historia de la vida. Cuatro cadáveres de insurgentes se apilan en un montón de adoquines y otros escombros típicos de la representación de barricadas. Los cuerpos destrozados, arrojados en todas direcciones, atestiguan el horror de los hechos. Al no atenuar nada de esta violencia, el artista se sitúa claramente del lado de la revuelta popular. En una época en la que muchos artistas desarrollaban todo un repertorio de alegorías para representar acontecimientos, otros, como Hervier, optaban por el realismo. Sin embargo, en el centro de la composición, la bandera roja hecha jirones se convierte en el símbolo de la terrible fractura entre las repúblicas burguesa y democrática.