Este reclinatorio de estilo gótico lo presentó en la Exposición Universal de 1867 Duvinage y Harinkouck, a quien Alphonse-Gustave Giroux acababa de traspasar su empresa, de ahí la presencia de las dos marcas en la obra. Al plasmar las ambiciones artísticas de la casa, no se consideró como una «copia servil de la Edad Media, sino como una inspiración de esa época unida al gusto moderno» (Francis Aubert en Les merveilles de l'exposition universelle de 1867, 1869, t. 1, p. 39-40).
Los esmaltes del reclinatorio de la casa Giroux, ejecutados aquí con la técnica tradicional del champlevé (las cavidades en las que se aplicará el esmalte se talla a mano en el metal), son excepcionales por su calidad técnica y por el espacio que ocupan en el mueble. Evocando el esmaltado lemosino de los siglos XII, y XIII, muestran sin embargo una verdadera independencia de los modelos antiguos, sobre todo por la elección de colores como el rosa y el verde pálido, que crean un llamativo contraste con la madera ennegrecida.
Este reclinatorio complementa la excepcional colección de muebles creados para las exposiciones universales que se conservan en el museo de Orsay, y enriquece también la colección de artes decorativas con un ejemplo tardío del estilo neogótico.