Rousseau el Aduanero, Selvas en París

Pequeño empleado municipal de París, de ahí el apodo de "aduanero", Henri Rousseau escapa a su modesta condición social por medio de la pintura, que practica como perfecto autodidacta.
Nunca viajó fuera de Francia, sin embargo, se inspiró en la imaginación popular y en los relatos de la época para realizar las grandes "Selvas" que lo convierten en el pionero de un nuevo exotismo y le garantizan celebridad. La exposición reúne una docena de lienzos, ora combates de bestias salvajes y bosques pavorosos, ora cuadros apacibles que representan monos graciosos, sustitutos del hombre.
Como contrapunto a estos lienzos exóticos se exhiben autorretratos, retratos, paisajes de París y de la periferia, así como alegorías, que nos ofrecen una mejor idea del proceso de creación de Rousseau, quien fue uno de los precursores del primitivismo, aunque de manera distinta a la de Gauguin. De algunas de sus escenas se desprende un sentimiento de amenaza que parece prefigurar la angustia perceptible en las selvas casi diez años después.
Rousseau posee el don de convertir lo familiar en extraño, con lo que anuncia el surrealismo. Hoy día está considerado como una de las figuras resaltantes del arte del siglo XX.