Carteles: El circo

En marzo de 1891 fallecía Seurat dejando inconcluso el gran cuadro de El circo, la más importante de sus obras conservadas en las colecciones francesas. Esta exposición de unos cincuenta carteles procedentes del Museo de la Publicidad pone de realce, a través de los motivos recurrentes de la caballista, del acróbata, del payaso, del domador y de la pista circular, el dinamismo variopinto de un arte que encontró su mejor intérprete en Jules Chéret, maestro innegable del cartel circense.
Las relaciones entre las bellas artes y la técnica de la imagen son una cuestión de actualidad durante el siglo XIX. Al abordar las relaciones entre la pintura y el arte popular, la exposición enfocaba un nuevo aspecto de la problemática planteada recientemente por la exposición "Arte y publicidad".
Un primer grupo de obras, por lo general anónimas, evocaba los orígenes ecuestres del circo desde fines del siglo XVIII. La parte final de la exposición pretendía mostrar la convergencia entre el estilo del gran Seurat, cuyo dibujo más nervioso recurre expresamente a las líneas quebradas, y el grafismo de Chéret, sensible en el trazado agudo de las letras, en la ligereza de las sombras, en el tratamiento de las manos y del pelo como pavesas.
El circo debe ese extraño poder de fascinación a una pluralidad de universos de referencia: el de la realidad y del arte visual; el del cartel de circo con su particular juego de imágenes y del cartel a secas; el de la pintura decorativa y de la pintura neoimpresionista. Esta obra maestra de una excepcional densidad abre la vía del simbolismo y del Art nouveau, y más allá, del arte del siglo XX.