Portrait d'Arï Redon au col marin
Tras la muerte de un primer hijo, el nacimiento de Arï en 1889 fue acogido con alegría por Odilon Redon: "Una atenta ternura rodeaba al hijo único que nunca dejó de proporcionar con su presencia la alegría al hogar y del que el padre a menudo ha fijado los rasgos" (Roseline Bacou, La donación Arï y Suzanne Redon, 1984).
En este retrato de 1897, el perfil del niño aparece en la derecha. Este tipo de presentación descentrada era muy apreciada por los jóvenes Nabis, que mostraban a Redon estima y admiración. Como a menudo en el artista, un fondo indistinto se plasma mediante una factura impalpable, vaporosa, que otorga a la obra su carácter particular, de pureza y de ternura. Bonnard rinde un bello homenaje a Redon en un artículo publicado en La Vie de 1912: "Tengo la más alta admiración por Odilon Redon. Lo que más me impresiona en su obra, es la reunión de dos cualidades casi opuestas: la materia plástica muy pura y la expresión muy misteriosa". En el mismo texto, Maurice Denis añade que Redon "era el ideal de la joven generación simbolista, nuestro Mallarmé".
Es gracias a Arï Redon y a su esposa, Suzanne, que numerosas obras de Odilon Redon han podido entrar en las colecciones nacionales francesas, a comienzos de los años 1980.
Reseña Redon
