Exposición en el museo
El ángel de lo extraño. El romanticismo negro de Goya a Max Ernst
Del 05 Marzo al 23 Junio 2013
-
Museo de Orsay
Mapa e itinerario
En la década de 1930, el escritor e historiador de arte italiano Mario Praz (1896-1982) puso de relieve, por primera vez, la vertiente negra del romanticismo, señalando así mismo una extensa parte de la creación artística que, de 1760-1770, explota el lado de oscuridad, de exceso y de irracional, disimulada tras el aparente triunfo de las luces de la Razón.
Este universo se construye a finales del siglo XVIII en Inglaterra, en las novelas góticas. Una literatura que seduce al público por su afán por el misterio y lo tétrico. Las artes plásticas pronto no se quedan atrás: los universos terribles o grotescos de muchos pintores, grabadores y escultores, de toda Europa, rivalizan con aquellos de los escritores: Goya y Géricault nos confrontan a las atrocidades absurdas de las guerras y de los naufragios de su época, Füssli y Delacroix dan cuerpo a los espectros, brujas y demonios de Milton, Shakespeare y Goethe, mientras que C.D. Friedrich y Carl Blechen proyectan al público en paisajes enigmáticos y fúnebres, a imagen y semejanza de su destino.
A partir de la década de 1880, constatando la vanidad y la ambigüedad de la noción de progreso, muchos artistas reanudan con la herencia del romanticismo negro, orientándose hacia lo oculto, reanimando los mitos y explotando los descubrimientos sobre el sueño, para confrontar al hombre a sus terrores y sus contradicciones: el salvajismo y la perversidad oculta en cualquier ser humano, el riesgo de degeneración colectiva, la angustiosa extrañeza del día a día revelada por los cuentos fantásticos de Poe o de Barbey d’Aurévilly. En plena segunda revolución industrial resurgen así hordas de brujas, esqueletos riendo con sarcasmo, demonios informes, Satanes lúbricos, magas fatales... que traducen un desencanto provocador y festivo, de cara al presente.
Cuando, tras la Primera Guerra Mundial, los surrealistas hacen del inconsciente, del sueño y de la embriaguez, los fundamentos de la creación artística, dan el último toque al triunfo del imaginario en base a la realidad y, así mismo, al propio espíritu del romanticismo negro. En el mismo momento, el cine se ampara de Frankenstein, Fausto y demás obras maestras del romanticismo negro que se instala definitivamente en el imaginario colectivo.
Realizando la continuación de una primera etapa de la exposición del Städel Museum de Fráncfort, el museo de Orsay ofrece descubrir las múltiples formas del romanticismo negro, de Goya y Füssli hasta Max Ernst y las películas expresionistas de los años 1920, mediante una selección de 200 obras que incluyen pintura, artes gráficas, escultura y obras cinematográficas.
Este universo se construye a finales del siglo XVIII en Inglaterra, en las novelas góticas. Una literatura que seduce al público por su afán por el misterio y lo tétrico. Las artes plásticas pronto no se quedan atrás: los universos terribles o grotescos de muchos pintores, grabadores y escultores, de toda Europa, rivalizan con aquellos de los escritores: Goya y Géricault nos confrontan a las atrocidades absurdas de las guerras y de los naufragios de su época, Füssli y Delacroix dan cuerpo a los espectros, brujas y demonios de Milton, Shakespeare y Goethe, mientras que C.D. Friedrich y Carl Blechen proyectan al público en paisajes enigmáticos y fúnebres, a imagen y semejanza de su destino.
A partir de la década de 1880, constatando la vanidad y la ambigüedad de la noción de progreso, muchos artistas reanudan con la herencia del romanticismo negro, orientándose hacia lo oculto, reanimando los mitos y explotando los descubrimientos sobre el sueño, para confrontar al hombre a sus terrores y sus contradicciones: el salvajismo y la perversidad oculta en cualquier ser humano, el riesgo de degeneración colectiva, la angustiosa extrañeza del día a día revelada por los cuentos fantásticos de Poe o de Barbey d’Aurévilly. En plena segunda revolución industrial resurgen así hordas de brujas, esqueletos riendo con sarcasmo, demonios informes, Satanes lúbricos, magas fatales... que traducen un desencanto provocador y festivo, de cara al presente.
Cuando, tras la Primera Guerra Mundial, los surrealistas hacen del inconsciente, del sueño y de la embriaguez, los fundamentos de la creación artística, dan el último toque al triunfo del imaginario en base a la realidad y, así mismo, al propio espíritu del romanticismo negro. En el mismo momento, el cine se ampara de Frankenstein, Fausto y demás obras maestras del romanticismo negro que se instala definitivamente en el imaginario colectivo.
Realizando la continuación de una primera etapa de la exposición del Städel Museum de Fráncfort, el museo de Orsay ofrece descubrir las múltiples formas del romanticismo negro, de Goya y Füssli hasta Max Ernst y las películas expresionistas de los años 1920, mediante una selección de 200 obras que incluyen pintura, artes gráficas, escultura y obras cinematográficas.
The exhibition is now over.
See the whole program