Del simbolismo al expresionismo: Willumsen(1863-1958), un artista danés
Jens Ferdinand Willumsen, nacido en Copenhague en 1863, vivió la mayor parte de su existencia en Francia. Tras haber recibido la enseñanza de la Academia real de Bellas Artes de Copenhague (1881-1885), los cursos de arquitectura dispensados por la Escuela técnica de la misma ciudad (1879-1882), en 1885 completa su formación en los Talleres libres dirigidos por el pintor P.S.
Krøyer (1851-1909). También realizó varias estancias en París: en 1888-1890, en 1893-1894 y más tarde 1903-1904.
Sus obras fueron mostradas en el Salón de la Sociedad nacional de Bellas-Artes, en el Salón de los Artistas independientes, en la Galería de Le Barc de Boutteville y también en la Exposición universal de 1900, para la que fue seleccionada una creación impresionante, no solo por el indudable éxito del artista, sino también como obra maestra de la pintura simbolista: Jotunheim (Frederikssund, J.F. Willumsens Museum). Este monumental paisaje de montaña fue ejecutado en 1892-1893 de vuelta de un viaje en Noruega. Willumsen fabricó el mismo su marco, compuesto de bajorrelieves alegóricos en cinc taladrado y pintado.
No obstante, sigue exponiendo allí con frecuencia y, es desde allí que le llegan encargos privados y oficiales, como el Gran Relieve, amplia síntesis simbólica de la vida y de la humanidad, realizada entre 1923 y 1928, pero a la que pensaba ya desde fines de los años 1890. Muere en el Cannet en 1958, cerca de una compañera sentimental francesa que conoció en 1928, la bailarina Michelle Bourret, que sucedió en su vida amorosa a sus dos esposas legítimas, Juliette Meyer y Edith Wessel, cada una madre de dos hijos.
Mostrar Willumsen no supone una tarea fácil. Por un lado su carrera, bastante larga, excede de varias décadas los límites cronológicos impartidos en el museo de Orsay. Por otra parte, sus facultades intelectuales y su fuerza física le permitieron dedicarse conjuntamente a trabajos muy distintos, unos de los otros, siempre generando un apoyado interés.
Además de la pintura, se interesó por la escultura, la cerámica y practicó el grabado y la fotografía con éxito. También su temperamento enérgico, profundamente individualista, móvil y asimilador, logra que el enfoque de su obra sea complejo y reserva bastantes sorpresas, como los desconcertantes Jugadores de bolas, datado de 1939-1946 (Frederikssund, Willumsens Museum).
Primero marcado por el naturalismo de Raffaëlli, como lo demuestran algunos lienzos pintados en París en 1889, La vida del lavadero (Göteborg, Kunstmuseum) y Día de invierno en Montmartre (Copenhague, Statens Museum for Kunst), Willumsen entra en contacto con los círculos vanguardistas parisinos de los años 1890 y su pintura, influenciada por Gauguin y los Nabis – en particular por Vallotton (Escena de los muelles de París, 1890, Frederikssund, Willumsens Museum) - procede del "cloisonnisme" (estilo alveolado o tabicado) y del sintetismo.
El ritmo de sus composiciones, fundado sobre un trazo fuerte y simplificador, una organización flexible de las líneas y de los colores, le otorgan un carácter decorativo (Castaños, 1891, Frederikssund, Willumsens Museum) y simbolista (Jotunheim, 1892-1893).
Una obra como Jotunheim muestra, no obstante, que el artista se distancia rápidamente del simbolismo francés, para orientarse hacia un modo de expresión más nórdico que latino, pese a que la Antigüedad clásica, en particular la Grecia arcaica, ejerza siempre su domino (Safo. Cabeza de una Griega moderna), 1893 Cartel de la exposición libre y maqueta del edificio de la Exposición libre, 1896, Urna cineraria, 1898).
En efecto, el poder expresionista, nutrido por el descubrimiento en 1900 de la inmensidad de los espacios del Nuevo Mundo, que se desprende de sus lienzos con temas de montaña (Sol por encima de las montañas meridionales), 1902, Estocolmo, Thielska Galleriet) y mar (Después de la Tempestad, 1905, The National Museum of Art, Architecture and Design, Oslo) evoca irresistiblemente a Munch y Hodler. Esta naturaleza, a menudo hostil y amenazadora, incluso en su belleza, se impone como la fuerza creadora de cualquier vida. El hombre del nuevo siglo, no obstante, puede a veces dominarla.
Tal es el sentido de ambas grandes alegorías "modernas" como Una alpinista (1904, Copenhague, G.A. Hagemanns Kollegium) y El Físico (1913, Frederikssund, Willumsens Museum). En cambio, el monumental cuadro de más de cuatro metros de largo, Niños bañándose en la playa de Skagen (1909, Frederikssund, Willumsens Museum), se presenta como un himno a la alegría de vivir, un momento excepcional de fusión, no solo del hombre con la naturaleza, sino también de los mundos nórdicos con el mediterráneo: pese a que la luz sea la de las inmensas playas de arena blanca del Norte de Dinamarca, las figuras de chicos echándose desnudos en el mar, fueron pintadas a partir de fotografías instantáneas, tomadas por Willumsen en Amalfi en 1902 y 1904.
En los años 1910, el artista desarrolla una visión basada en la fuerza luminosa del color. Durante varias estancias en España, en 1910, 1911 y 1912, descubre el Greco y le dedica un libro, publicado en Francia en 1927. En Sophus Claussen leyendo su poema "Imperia" a Helge Rode y a Willumsen (1915, Aarhus, Kunstmuseum) y La sopa de la noche (1918, Frederikssund, Willumsens Museum), la atmósfera cargada procede de la intensidad de los colores y de las deformaciones expresionistas de las siluetas, que revelan la nueva orientación estilística tomada por el pintor.
Este temperamento ardiente, pero no libre de humor sarcástico, también ironiza sobre el poder creador obstaculizado por la carga de almas y el fallo de la inspiración, como lo demuestran dos cuadros pintados sobre un fondo rojo saturado, El pintor y su familia (1912, Estocolmo National Museum) y el Autorretrato con bata de pintor, ejecutado en Niza en 1933 (Frederikssund, Willumsens Museum).
La exposición Del Simbolismo al Expresionismo, Willumsen (1863-1958), un artista danés, reúne cerca de treinta cuadros, diez estampas, otras tantas cerámicas junto con unas cuarenta fotografías.