El daguerrotipo francés en las colecciones del museo de Orsay
En contraste con la exposición, La imagen revelada. Primeras fotografías sobre papel,pareció interesante mostrar los más bellos daguerreotipos franceses del museo de Orsay. En efecto, a finales de los años 1830, el mismo deseo de fijar las imágenes formadas en la cámara oscura, da paso a dos procesos muy distintos. A la viva y espejeante claridad del invento francés del daguerreotipo, responde la profundidad del papel, las sombras aterciopeladas del calotipo finalizado por Talbot, en Inglaterra. La placa de metal ofrece una exactitud de líneas y un resultado preciso de los detalles. Al contrario, por el equilibrio de las masas, la densidad de las sombras, el calotipo valoriza la composición del conjunto y los juegos de luces.
El invento de Daguerre fue hecho público por Arago el 7 de enero de 1839, ante la Academia de las Ciencias de París. El 25 de enero de 1839, Talbot replica presentando su proceso a la Royal Institution en Londres. Pese a que la idea de Talbot, la de una imagen sobre papel, obtenida mediante un negativo, iba a tener un próspero futuro, el inventor inglés no obtuvo de las autoridades de su país, el mismo apoyo que el recibido por Daguerre en Francia. Ya que a Daguerre se le ofreció una renta anual, con el fin de que Francia pudiese ofrecer "el secreto del invento a la humanidad". Semejante iniciativa tiene un obvio sentido político; el mismo año del quincuagésimo aniversario de la revolución, el Estado francés muestra de este modo el espíritu emprendedor de la nación
A partir de 1841, se abren talleres de daguerreotipistas en Francia y en toda Europa. Primero en número limitado, en París en 1844, se censan unos doce, cuya mitad alrededor del Palais-Royal, estas oficinas se multiplican al final de la década. La utilización de imágenes más pequeñas, permite reducir el precio de estos retratos, y la imagen daguerriana se hace asequible para un amplio público.
En cuanto a la Academia de Bellas Artes, la acogida reservada al daguerreotipo es más bien hostil. La realización aparentemente mecánica de las imágenes rompe con el postulado de la enseñanza académica basada en la imitación de los maestros del pasado. Los miembros de la Academia de Bellas Artes se pronuncian, al contrario, en favor del proceso finalizado por Hippolyte Bayard y próximo al de Talbot: "Los dibujos del Señor Bayard ofrecen a la mirada de los aficionados, el aspecto de estos dibujos de los viejos maestros".
Sin embargo, a finales de 1839, se presentan placas daguerrianas en el seno de exposiciones artísticas. En Edimburgo, un daguerreotipo de Daguerre que representaba las Tuileries fue mostrado en otoño, en un acto que mezclaba creaciones artísticas y objetos manufacturados. También se muestran treinta dibujos fotogénicos de Talbot. En París, durante la exposición de los Productos del Arte y de la Industria de 1844, daguerreotipos se codean con herramientas para artistas, pero también con las litografías. El jurado integra de este modo el daguerreotipo en la esfera artística. Pero el reconocimiento de la fotografía por las bellas artes es lento. Cabe de hecho esperar 1859 para que fotografías sobre papel, ya que el daguerreotipo había desaparecido, sean mostradas en el Salón, como las pinturas y las esculturas.
Durante The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations, la primera de las grandes exposiciones universales, celebrada en Londres, en 1851, Gran Bretaña muestra la fotografía, a su vez en la clase Machinery y en la dedicada a las bellas artes. Esta doble clasificación refleja la posición mediana del jurado que indica en su informe: "La fotografía ocupa ahora una plaza intermediaria entre un arte y una ciencia, una plaza extremadamente favorable para evolucionar en una u otra dirección. (...) Las bellas colecciones de fotografías expuestas hoy, permitirán orientar hacia su mejora este arte". Reconocido como el primer proceso fotográfico difundido, el daguerreotipo fue alabado por la exactitud de sus retratos y de sus vistas de arquitectura. Pero el declive del proceso empezó frente a la fotografía en papel y a la emergencia de negativos sobre vidrio. La Exposición Universal de París, en 1855, fue el último acto en el que se mostraron daguerreotipos.
A partir de 1979, el museo de Orsay ha integrado la fotografía en el seno de sus colecciones. La donación Kodak de 1983, con varios centenares de daguerreotipos franceses y americanos, ha logrado constituir el núcleo del fondo del museo, respecto a esta técnica. Desde entonces, se han ido añadiendo notables y excepcionales obras, por su tema, su historia o su modelo.
La colección del museo de Orsay permite de este modo destacar las calidades de las disciplinas de Daguerre, su voluntad de inventar una realidad recompuesta delante del objetivo. Valoriza la existencia, en margen de los talleres comerciales más reputados, de una práctica por aficionados, a partir de los primeros años del daguerreotipo. Pensamos, por supuesto, a los famosos trabajos de Adolphe Humbert de Molard, que antes de dedicarse por completo a la fotografía sobre papel, realiza un notable conjunto de daguerreotipos. Sus imágenes componen un pequeño teatro inventivo, inspirado de la pintura y de los sainetes, muy preciados por los cuadros vivos a la moda en los años 1840.
Los daguerreotipos del museo de Orsay muestran también los estrechos vínculos existentes entre la incipiente fotografía y los pintores. A pesar del desprecio de la Academia, son muchos los que la coleccionan o la utilizan. Así mismo, en 1843, el pintor Léon Riesener realiza un retrato sensible y conmovedor de su primo: Eugène Delacroix (obra que no está presentada en la exposición, por motivos de conservación). Fue a solicitud de su amiga de infancia, la pintora animalista Rosa Bonheur, que Louis-Auguste Bisson expresa todo su talento para captar la verdad de las poses, en varios Estudios del caballo.
De reciente adquisición, dos placas de Pierre-Ambroise Richebourg reproducen los dibujos de arquitectura neogótica del arquitecto Hippolyte Durand, presentados en el Salón de 1845. Gracias a su finura, el daguerreotipo comunica perfectamente los trazos del dibujo y demuestra las capacidades de la fotografía para reproducir el arte, iniciando la competencia con el grabado.
Por fin, a comienzos de los años 1850, cuando declina el invento de Daguerre, el barón Gros otorga al daguerreotipo sus letras de nobleza. Apodado, debido a la calidad excepcional de sus imágenes el "Napoleón de la placa", logra explotar de un modo óptimo las cualidades de claridad y de legibilidad de la imagen, como en su Detalle del friso de las Panateneas, Partenón, Atenas.
El proceso desaparece completamente en Europa, a comienzos de los años 1860, víctima de su unicidad. A pesar de su corta duración, a penas veinte años, su prelación le otorga desempeñar un protagonismo preponderante y duradero en la fotografía. El anuncio de su invento actuó como un revelador, sobre los demás creadores, Talbot en particular. Fue desde la perspectiva de la precisión de la placa daguerriana que Archer inventó, a comienzos de los años 1850, su proceso al colodión húmedo, que combina negativo reproducible y precisión de los rasgos. Desde un punto de vista estético, en comparación con el aterciopelado de las sombras del calotipo, el daguerreotipo impone una visión clara y legible, que muchas fotografías siguen todavía buscando en la actualidad.