Exposition au musée

Frédéric Bazille (1841-1870). La juventud del impresionismo.

Del 15 Noviembre 2016 al 05 Marzo 2017
Claude Monet-Portrait de Bazille à la Ferme Saint-Siméon
Claude Monet
Portrait de Bazille à la Ferme Saint-Siméon, 1864
Montpellier, musée Fabre
Don de Frédéric Bazille, neveu de l'artiste, 1945
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

La década de 1860 fue, sin dudas, una de las más importantes de la historia del arte. Durante esta época, un puñado de personalidades originales como Manet, Monet, Renoir, Sisley, Degas, Cézanne, etc., deseaban renovar la pintura, emprendiendo caminos que no habían sido explorados hasta el momento.
Entre ellos, figuraba el montpellerino Frédéric Bazille.
Si bien conocemos su personalidad gracias a su abundante correspondencia, su rol en la gestación de la «Nueva Pintura» (Duranty) ha sido a menudo reducido al de un diletante participante que apoyó materialmente a futuros impresionistas.
«Bazille era el más dotado, el más amable de todos, en todo sentido de la palabra», diría su amigo Edmon Maître después de su muerte en 1870.
Obstruido en su formación de artista por una carrera de medicina que no deseaba realizar, Bazille elabora, en apenas siete años de carrera, una importante cantidad de obras maestras que no tienen nada que envidiar a las de sus amigos más precoces. Motivado por deseos a menudo contradictorios - satisfacer las expectativas de su familia burguesa, participar en la revolución artística del momento -, Bazille es el resultado original de un medio protestante de Languedoc y un temperamento apasionado.

Pierre-Auguste Renoir-Frédéric Bazille
Auguste Renoir
Frédéric Bazille, en 1867
Musée Fabre, Montpellier
Legs de Marc Bazille, 1924
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
Ver la noticia de la obra

Su obra es «de juventud» - ambiciosa, inventiva, idealista, rebelde -, y cada nueva obra es un desafío, un fracaso o una victoria. «Espero, decía, que mis obras tengan al menos el mérito de ser originales».
La pintura de Bazille posee la potente luz de su Mediodía natal, pero también las sombras de sus dudas y la inercia de su melancolía.
Divido entre la efervescencia de la vida artística parisina durante el invierno y el ocio de los veranos de Languedoc, la corta vida de Frédéric Bazille merecía el reconocimiento de una retrospectiva internacional.
Esta exposición – la primera organizada por un museo nacional francés – es el resultado de una colaboración entre el museo de Orsay, el museo Fabre de Montpellier y la National Gallery of Art de Washington.

Frédéric Bazille -Réunion de famille dit aussi Portraits de famille
Rosa Bonheur
Trois études de loups
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Thierry Le Mage

De Montpellier a París
Frédéric Bazille nace en 1841 en Montpellier, en una familia de la gran burguesía protestante. Su padre, vicealcalde de Montpellier y más tarde senador republicano de la región de Hérault, también es presidente de la Sociedad de agricultura y una figura importante de la viticultura de Languedoc.
Como hijo mayor, Frédéric está destinado a la medicina. Sin embargo, se inicia en el dibujo en los talleres de los escultores Baussan, padre e hijo.
En Montpellier, el joven tiene la oportunidad de conocer las grandes colecciones de pintura. La del museo Fabre, considerada como una de las más bellas de Francia, y la del aficionado Alfred Bruyas, excepcional conjunto de pinturas modernas reunidas desde comienzos de la década de 1850.
Vecino a ella - el hotel Bruyas está junto al de la familia de Bazille -, Frédéric visita este museo privado, contemplando las últimas obras maestras de Delacroix y Courbet.
En 1862, con veinte años, Bazille deja Montpellier para continuar sus estudios de medicina en París. Apenas llega, se inscribe en el taller del pintor suizo Charles Gleyre, en el cual conoce a Claude Monet, Auguste Renoir y Alfred Sisley.
En 1864, Bazille obtiene el permiso de sus padres para abandonar la medicina y convertirse en artista. También abandona el taller de Gleyre para pintar con mayor libertad en su propio taller o junto a Monet.

Frédéric Bazille-Forêt de Fontainebleau
Jules Jacquemart
Paysage de montagnes boisées
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Michel Urtado

Al aire libre
En la primavera de 1863, animado por el deseo de pintar al aire libre, Monet lleva a Bazille y a otros compañeros del taller Gleyre al bosque de Fontainebleau.
Al igual que los pintores de la Escuela de Barbizon que, antes que ellos, se habían refugiado en el bosque para poder retratar la belleza de la naturaleza, los miembros del grupo transportaron sus caballetes para poder realizar estudios en exteriores. Su visión, sin embargo, se aleja del enfoque panteísta de sus predecesores Rousseau, Diaz o Corot.
Como los fotógrafos, encuadran abruptamente el paisaje, dedicándose simplemente a retratar los colores, los contrastes. Junto a Monet, más precoz, Bazille entrena su mirada y su mano.
Ambos jóvenes viajan juntos en varias ocasiones, realizando un viaje a Normandía en casa de la familia de Monet en la primavera de 1864, o a la Ferme Saint-Siméon, lugar que también era frecuentado por Boudin o Jongkind.
En agosto de 1865, Bazille se encuentra con Monet en Chailly a fin de posar para su inmenso Almuerzo sobre la hierba (París, museo de Orsay). Aprovecha para pintar algunos paisajes y retrata a su amigo, incapacitado después de un accidente, en La ambulancia improvisada.
Luego de esta experiencia, Bazille se independiza simbólicamente de su amigo abandonando los paisajes del norte de Francia para explorar los de su Languedoc natal.

Frédéric Bazille-L'Atelier de la rue de Furstenberg
Frédéric Bazille
L'Atelier de la rue de Furstenberg, 1865
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

Amistades de taller
Apenas llegado a París, Bazille comienza a reclamar a sus padres un taller para trabajar. Entre 1863 y 1870, el artista ocupará seis.
Tres de ellos darán lugar a escenas de interior, que son autorretratos implícitos, manifiestos de esta nueva vida de artista que Bazille idealiza.
El joven pintor, que posee una renta proveniente de sus padres, es generoso con sus amigos, con los cuales comparte su alojamiento.
En 1864, Bazille y Monet se instalan juntos en la rue de Furstenberg; en 1867, en la rue Visconti, vive con Renoir, y a veces con Monet y Sisley.
En el taller, los artistas y los amigos de paso trabajan sobre modelos femeninos profesionales o, cuando el dinero no les alcanza, posan entre ellos.
A comienzos del año 1868, Frédéric Bazille se instala con Renoir en un taller más amplio en el barrio de Batignolles, que en ese momento se encuentra en plena transformación, no muy lejos del Café Guerbois en el cual se reúne toda la vanguardia realista. Fantin-Latour, Degas, Manet, y también los escritores Zola, Astruc o Duranty.
En respuesta al Taller de Batignolles de Fantin-Latour (París, museo de Orsay), Bazille pinta en 1870 una vista de su taller de la rue Condamine, en la cual figuran muchos de sus amigos. Pintado por Manet en el centro del cuadro, Bazille es ahora una figura inevitable del grupo de los «actualistas», como los denomina Zola.

Frédéric Bazille-Nature morte au héron
Frédéric Bazille
Nature morte au héron, 1867
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

Trofeos de caza
En una carta a su madre de 1866, en la cual le pide dinero para poder pagar modelos vivos, Bazille escribe: «¡No me condenen al bodegón perpetuo! ¿El bodegón es un género para los artistas sin dinero? Sin embargo, esta elección no es motivada únicamente por motivos financieros. Los bodegones permiten a los jóvenes artistas practicar fácilmente el arte de la composición, de la elaboración de las texturas y de los volúmenes. El género también cobra vigencia durante el Segundo Imperio, gracias al mecenazgo burgués.En 1866, la primera aparición de Bazille en el Salón será con su bodegón Los Peces. En esta obra sombría y aplicada se percibe la influencia de los maestros holandeses o flamencos pero también la de Manet. La bella Bodegón con garza demuestra el gusto del artista por la caza - que practica con su padre en Montpellier – y la influencia ejercida por los trofeos de caza pintados por Oudry o Chardin, cuyo lirismo discreto y su elegante simpleza son redescubiertos durante el Segundo Imperio.Lejos de limitarse a una sola especialidad, Bazille y sus amigos ambicionan renovar todos los géneros, reinterpretando la tradición, para liberarse de ella con mayor facilidad.

Frédéric Bazille, Edouard Manet-L'atelier de Bazille (détail)
Frédéric Bazille, Edouard Manet
L'atelier de Bazille (détail), 1870
Musée d'Orsay
Legs Marc Bazille, 1924
© Musée d’Orsay, dist. GrandPalaisRmn / Patrice Schmidt
Ver la noticia de la obra

Bazille y la música
Después de la pintura, la música es la segunda pasión de Bazille.
Siguiendo la costumbre de su madre, practica frecuentemente el piano, único medio de escuchar música al margen de los conciertos, y principal pasatiempo de Bazille en París.
«Espero con impaciencia la llegada de mi piano, te ruego que me envíes toda la música que puedas, mis sinfonías a cuatro manos, los valses de Chopin, las sonatas de Beethoven, la partitura de Gluck [...]. Cuando tenga un poco más de dinero, me compraré los romances sin palabras de Mendelssohn» (Bazille a su madre, diciembre de 1863).
Con su amigo Edmond Maître, Bazille se apasiona por Berlioz y los compositores alemanes Schumann y Wagner, poco conocidos o apreciados en Francia en ese momento. Aficionado a los espectáculos, frecuenta en la medida de sus posibilidades los teatros, los conciertos del Conservatorio o la Ópera. En el Théâtre Lyrique, admira las óperas Los pescadores de perlas de Bizet (1863), Los Troyanos de Berlioz (1863) o Rienzi de Wagner (1869): «la obra de juventud de un hombre genial». Si bien Bazille escoge una modernidad realista, en la cual la expresión de los sentimientos no tiene lugar, sus gustos musicales demuestran, por el contrario, un temperamento romántico y apasionado.

Frédéric Bazille-Jeune fille au piano
Frédéric Bazille
Jeune fille au piano, 1865-1866
© C2RMF Bruno Mottin

«Una joven toca el piano y un joven la escucha»
En 1866, para su primera participación en el Salón oficial, Bazille realiza una obra de gran tamaño (1,50 x 2 m) con un tema que lo emociona particularmente: «una joven toca el piano y un joven la escucha».
El dispositivo digital táctil disponible en la exposición permite partir en busca de este eslabón perdido de la obra de Bazille
Con la ayuda del Centro de Investigación y de Restauración del Museo de Francia (C2RMF), de los laboratorios de la National Gallery of Art de Washington y de otros museos americanos, varias obras pudieron ser radiografiadas, y una decena de composiciones perdidas fueron redescubiertas.
Bazille, insatisfecho por su trabajo o sufriendo problemas financieros, utilizaba a menudo lienzos ya pintados para elaborar nuevos cuadros.

Frédéric Bazille-Les Remparts d'Aigues-Mortes, du côté du couchant
Frédéric Bazille
Les Remparts d'Aigues-Mortes, du côté du couchant, 1867
Washington, National Gallery of Art
Collection de M. et Mme Paul Mellon
© Courtesy National Gallery of Art, Washington, NGA Images

Aigues-Mortes
A comienzos del verano de 1866, Bazille desea ir a Aigues-Mortes, ciudadela medieval de la cual había partido Saint Louis hacia las cruzadas y centro clave de la historia protestante.
Gaston Bazille advierte a su hijo sobre las enfermedades y la insalubridad del lugar durante los «grandes calores de agosto» y agrega: «Nunca vi una pintura representando Aigues-Mortes».
A finales del mes de mayo de 1867, el artista llega finalmente a la ciudadela. «Hoy tenemos un excelente clima, y partiré dentro de poco. Comencé con tres o cuatro paisajes de los alrededores de Aigues-Mortes. En mi lienzo mayor, pintaré las murallas de la ciudad reflejándose sobre el estanque a la caída del sol. Este cuadro será muy simple y no debería tomarme demasiado tiempo.
Durante esta experiencia pictórica, Bazille realiza varios bocetos y tres cuadros. El artista ha asimilado la lección técnica de Monet, y ahora pinta con seguridad, al aire libre, en medio de la laguna camargueña.
La austera majestuosidad del sitio, el rigor geométrico de las murallas, la atmósfera luminosa y melancólica a la vez impactan fuertemente a Bazille. Solo, lejos de los lugares demasiado frecuentados de Île-de-France o Normandía, Bazille encuentra en su provincia natal la expresión de su temperamento.

Frédéric Bazille-Vue de village
Frédéric Bazille
Vue de village, 1868
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

«Pintar figuras al sol»
Teniendo en mente El Encuentro de Courbet (Montpellier, museo Fabre), de la colección Bruyas, Bazille comienza a pensar desde temprano en «pintar figuras al sol», como lo escribe en diciembre de 1863.
Entre el retrato y la escena de género, este nuevo tema, cuyo tema es decididamente moderno, interesa también a Monet, Renoir o Berthe Morisot, que se proponen el desafío de integrar figuras modernas en paisajes pintados al aire libre.
Es lo que hace Bazille a partir de 1864 con El vestido rosa, que representa por primera vez el hogar familiar ubicado en Méric.
Allí pinta, cada verano, sus obras más ambiciosas destinadas al próximo Salón, como La Reunión de familia o la Vista del pueblo, que, según Berthe Morisot, sintetiza la ambición de toda esta generación de «poner en escena una figura al aire libre». En efecto, durante esta década, el ejercicio técnico se había convertido en proyecto emblemático de la nueva escuela.
A pesar de que los cuadros de Monet son a menudo rechazados por el Salón, los de Bazille son frecuentemente admitidos: «El Señor Bazille llega cada verano con sus cuadros del Mediodía [...], llenos de vegetación, de sol y de sutileza», escribe Duranty en 1870.
Astruc también reconoce el rol fundamental de Bazille en esta conquista de «la sorprendente plenitud de la luz, la impresión particular del aire libre, la fuerza del día».

Frédéric Bazille-La toilette
Frédéric Bazille
La toilette, 1870
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

El desnudo moderno
El desnudo académico está omnipresente en los muros del Salón durante la década de 1860; allí se encuentran Venus menos púdica de lo que parece, y héroes de abrumadora musculatura. Compatriota montpellerino de Bazille, Alexandre Cabanel triunfa precisamente con estos desnudos que fascinan a la burguesía local.
Pero siguiendo el ejemplo de Courbet, que abre el camino hacia el desnudo realista con sus Bañistas (Montpellier, museo Fabre) y sus Luchadores (Budapest, museo de Bellas Artes), algunos artistas osan pintar el cuerpo como realmente es, a riesgo de disgustar y ser rechazados en el Salón.
Bazille se afirma como pintor del cuerpo masculino, tema abandonado por sus colegas. En el marco de sus búsquedas relativas a la figura al aire libre, el artista pinta al mismo tiempo Pescador con red y Vista de pueblo para el Salón de 1869, y luego, al verano siguiente, Escena de Verano.
Luego de las escenas familiares de Méric, Bazille se aleja progresivamente del hogar para adentrarse en la naturaleza a orillas del Lez, donde puede inspirarse en los cuerpos atléticos y llenos de luz.
Audaces, estas pinturas son consideradas como algunas de las más originales de la obra de Bazille - hay quienes advierten en ellas la expresión de un deseo homosexual sublimado - y prefiguran el interés de Cézanne por el mismo tema. En contraste, el desnudo femenino El Aseo se percibe más bien como un homenaje al orientalismo de Delacroix y al erotismo de Manet.

Frédéric Bazille-Jeune femme aux pivoines
Frédéric Bazille
Jeune femme aux pivoines, 1870
Washington, National Gallery of Art
Collection de M. et Mme Paul Mellon
© Courtesy National Gallery of Art, Washington, NGA Images

Flores
La pintura de flores gana notoriedad durante el Segundo Imperio. Courbet, Manet, Fantin-Latour, Monet y Renoir se dedican con entusiasmo a este género comercial y burgués.
El tema no deja indiferente a Bazille, que había estudiado diversas esencias en el jardín botánico de Montpellier que se encontraba junto a la facultad de medicina, y especialmente en el vivero de la casa de Méric.
En estos cuadros pintados para el Salón o para su entorno, Bazille y sus amigos se inspiran en modelos antiguos, pero se burlan del simbolismo de las flores y de las lecciones de moral que se asociaban generalmente a este tema.
Rescatan el placer del estudio a partir de la naturaleza y las audaces combinaciones de colores que permiten estos alegres conjuntos de flores.

Frédéric Bazille-Jeune femme aux pivoines
Frédéric Bazille
Jeune femme aux pivoines, 1870
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

Con ambas versiones de la Joven con peonías,en las cuales las flores y la sirvienta negra evocan ciertos cuadros de Manet, Bazille combina el bodegón con la pintura de figura.
Pintadas durante la primavera de 1870, antes del último viaje del artista a Montpellier, estas obras sorprenden por sus diferencias pero también por el gran dominio de la técnica que Bazille ha llegado a poseer.
En ellas se descubre la predilección de Bazille por las figuras calmas, absorbidas en su actividad, o por el contrario, audaces, sin miedo a mirarnos a los ojos.

Frédéric Bazille-Ruth et Booz
Frédéric Bazille
Ruth et Booz, 1870
Montpellier, musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

Bazille, ¿Pintor histórico?
En mayo de 1870, Bazille deja París y su nuevo taller de la rue des Beaux-Arts rumbo a Montpellier, donde pasa su último verano. Decepcionado por las opiniones divididas sobre su obra maestra, Escena de verano, en el último Salón, el artista se aísla en Méric.Allí pintará dos nuevos cuadros, Paisaje al borde del Lez y Ruth y Booz. De igual formato, posiblemente fueron concebidos al mismo tiempo. Bazille alcanza la majestuosidad clásica de los paisajes de Poussin y de Corot con el Paisaje al borde del Lez – diseñado como una «égloga», como consta en su correspondencia -, expresión de la soledad del artista y «del calor [que] todo lo evapora, reinando tranquilo y en soledad».
Con Ruth y Booz, Bazille se aleja de forma inédita de la exigencia luminosa y realista, inspirándose en un tema de la Biblia y del lirismo místico de un poema de Victor Hugo.
La introducción de la noche y de la historia en su arte es acompañada por una evolución hacia un estilo más sintético, que puede ser signo de la influencia ejercida por Puvis de Chavannes.
Este último cuadro quedará inconcluso pues, en agosto de 1870, un Bazille claramente insatisfecho deja los pinceles para participar en el conflicto franco-prusiano. Sobre este acto de enrolamiento voluntario que tiene lugar el 16 de agosto de 1870, el joven declara: «El Señor Bazille Jean Frédéric con 28 años cumplidos, ejerciendo la profesión de pintor histórico [...]. »

Frédéric Bazille-Etude pour la Scène d'été
Frédéric Bazille
Etude pour la "Scène d'été", 1869
Paris, musée d'Orsay, conservé au département des Arts graphiques du musée du Louvre.
Don de Frédéric Bazille, neveu de l'artiste, 1948
© RF 29731

Bazille dibujante
Iniciado en el dibujo en el taller de Baussan en Montpellier y luego en el de Charles Gleyre en París, Bazille trabaja principalmente con lápiz negro y mina de plomo. Bazille dibuja poco, pero realiza bocetos en sus cuadernos de paisajes de Méric y de Aigues-Mortes, de sus seres queridos o de objetos de su vida cotidiana.
El artista suele encuadrar sus bocetos con un borde rectangular que materializa el límite futuro del cuadro. Bazille piensa, sobre todo, como un pintor.
El artista prepara sus grandes cuadros para el Salón mediante algunos bocetos en los cuales reflexiona sobre las líneas generales de la composición y la disposición de las figuras en el espacio (Reunión de familia, Escena de verano). Algunos detalles (rostros, manos) son preparados mediante estudios específicos.
La composición dibujada es luego escalada para ser trasladada y agrandada en el lienzo (El Vestido rosa). La corta carrera de Bazille no le permitió realizar una abundante obra dibujada. Al margen de dos álbumes donados por su hermano al Louvre en 1921, sólo conocemos una decena de hojas de sus trabajos.

Anonyme-André Joubin et Marc Bazille devant la nouvelle présentation des tableaux de Frédéric Bazille au musée Fabre.
Anonyme
André Joubin et Marc Bazille devant la nouvelle présentation des tableaux de Frédéric Bazille au musée Fabre., 1919
Documentation du musée Fabre
© Musée Fabre de Montpellier Méditerranée Métropole - photographie Frédéric Jaulmes

"La gloria de Frédéric Bazille recién comienza"
El 16 de agosto de 1870, contra toda previsión, Bazille se enrola en un regimiento de zuavos. ¿Verdadero gesto patriótico o impulso suicida? ¿Deseo de probar a sus seres queridos - y a él mismo - su valor, o simple «pasatiempo»?
Bazille parece aprovechar la oportunidad de esta aventura militar para resolver una crisis personal, que se percibe en sus últimos cuadros.
Después de algunas semanas en Argelia, el joven vuelve a Francia, donde luego será enviado a combatir con su regimiento a Besanzón y después a Beaune-la-Rolande, cerca de Orleans. Morirá en su primer asalto, el 28 de noviembre.
Al mismo tiempo, Renoir es convocado a un regimiento de cazadores, Monet huye con su familia a Londres, Cézanne se esconde en L’Estaque. Más tarde, Degas y Manet se alistan en París en la guardia nacional.
En 1874 se lleva a cabo la primera exposición del grupo impresionista en París; no se presentarán obras de Bazille. El drama de 1870 sesgó la vida de Frédéric Bazille, cerrando un capítulo sin parangón en la historia del arte, la juventud y el impresionismo.