La Dame aux éventails - Nina de Callias, modelo de Manet

La Dame aux éventails, en 1873
Musée d'Orsay
Don M. et Mme Ernest Rouart, 1930
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
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Odalisque, vers 1862 - 1863
Paris, musée d'Orsay, conservé au département des Arts Graphiques du musée du Louvre
© DR
Tumbada con indolencia en un sofá, La dama de los abanicos de Edouard Manet fija con curiosidad y una pisca de ironía al visitante que pasa. Vestida a la oriental (blusa a la argelina, babuchas), posa sobre un fondo de pantallas japonesas, tiene exactamente la aparencia heterogénea de la "figura de fantasía" que Manet entendía pintar, negando haber hecho aquí un retrato. Reencontramos la imagen de la dama, también a partir de Manet, en una pequeña revista literaria de la época, la Revue du Monde Nouveau. Esta vez posa en "Parisiena", título del grabado : con vestido de terciopelo negro realzado por una gorguera, con sombrero, se convierte en proprio tipo de la elegante. La silueta ha sido afinada, como el rostro que se cubre con una expresión soñadora. Un soneto dedicado a por Charles Cros, director de la revista, relata la sesión de pose, sin nombrar al modelo.
El cuadro no fue expuesto en vida de Manet, que lo conservó en su taller, protegido de las miradas Durante la retrospectiva dedicada al artista un año después de su muerte, en 1884, la obra fue presentada bajo el títuloLa dama de los abanicos. Cuando se vende su taller ese mismo año, fue adquirida por uno de sus modelos predilectos, su cuñada la pintora Berthe Morisot. Su hija lo donará a los museos nacionales en 1930. Desde entonces, La dama de los abanicos se ofrece a las miradas del público.
Prix du tournoi, en 1873
Musée d'Orsay
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Gérard Blot / Christian Jean
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¿Pero quien es esta mujer, a su vez odalisca y parisina, que el primer biógrafo de Manet nombra en 1884 como "una música muy distinguida, que añadió a sus éxitos de pianista y de compositora, éxitos como poetisa"?
La exposición que le dedica el museo de Orsay intenta responder a esta pregunta, retrazando la historia de su vida, - la de una mujer de talento, excelente pianista y poetisa ocasional, que supe hacer de su salón uno de los más animados focos de la vanguardia artística de su tiempo, - aquella también de una mujer independiente que quiso vivir según su fantasía, fuera de las reglas sociales vigentes, y que pagó esta elección a un muy alto precio.
Tras una primera sala centrada en torno al cuadro de Manet, La dama de los abanicos, donde se presentan retratos contemporáneos de mujeres pintadas en la misma postura, el recorrido de la exposición sigue la vida de Nina de Callias (1843-1884), desde la juventud despreocupada y mundana, hasta la locura y la muerte.
Mediante los diferentes salones que animó, es toda una parte de la vida literaria y artística de finales del Segundo Imperio y de comienzos de la Tercera República, que se desarrolla ante nuestra mirada : muy pronto separada de un periodista inestable con quien se casó por amor (1864-1868), recibe en su apartamento de la calle Chaptal a jóvenes poetas en busca de nuevas fórmulas, reunidos bajo el estandarte del Parnaso contemporáneo, publicación a la que ella misma participa (1869).
También acuden periodistas republicanos. Su salón se convierte en el foco del movimiento progresista, tanto en el ambito poético como político.
Se leen versos, se celebran fiestas. Son años fastos : Nina está cortejada, festejada. Sus admiradores – Coppée, Villiers de l'Isle-Adam, Verlaine, Anatole France, sobre todo Charles Cros con quien mantiene durante diez años una tormentosa relación– la celebran, junto con los artistas. La sala dedicada a los hermanos Cros presenta las ceras policromas de Henry y los ensayos de fotografía en colores de Charles. Fue relacionándose con Nina y sus amigos que encontraron numerosas ideas innovadoras.
Portrait de Jean de Cabanès dit Cabaner, en 1880
Musée d'Orsay
Legs de Mme veuve Eugène Michon, 1923
photo musée d'Orsay / rmn © RMN-Grand Palais / DR / DR
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La guerra, y después la Comuna van a provocar una ruptura en la vida de la joven mujer. Por haber recibido en su salón a republicanos implicados en la Comuna, Nina, se exiló en Ginebra, para huir de la represión. De regreso a París en la primavera de 1873, reanuda con sus veladas un año más tarde, pero las condiciones han cambiado: ahora está instalada en una modesta casa de un barrio periférico, cerca de la barrera de Clichy.
Los antiguos del Parnado que empiezan a hacer carrera (Coppée, Anatole France, Heredia...) desprecian su salón. Siguen algunos fieles, todavía desconocidos: Villiers de l'Isle-Adam, Chabrier, Léon Dierx, Charles Cros, leal compañero.
Aparecen nuevas integraciones, poetas y pintores debutantes de una generación intermedia, que buscan su camino: se pueden cruzar Forain, Franc Lamy, Georges Lorin, Richepin, Rollinat, Goudeau, Germain Nouveau. El salón de Nina de Villard, nombre de soltera de su madre que ha adoptado de ahora en adelante, es ospechoso, aparece como desclasificada, evolucionando deliberadamente en margen de la buena sociedad.
Le Salon de Nina de Villard, projet d'éventail
Paris, musée d'Orsay, conservé au département des Arts Graphiques du musée du Louvre
© DR
Sin embargo, este segundo periodo se revela fecundo: es en este crisol que se modela el espíritu de parodia a la obra en un libro colectivo Dixains réalistes al que contribuye, y del que nacerá el círculo de los Hidrópatas, precursor del Chat noir, eslabón esencial en el génesis del simbolismo.
La tensión nerviosa ligada con las noches de vela, y también el abuso de alcohol, podrán con la salud mental de Nina de Villard. La ruptura con Charles Cros, en 1877, contribuye a esta última fractura. Se considera como muerta desde hacía ya mucho tiempo cuando fallece a cuarenta y un años de edad, el mismo año que se presenta al público su retrato por Manet.