Manet... Velázquez... La manera española en el siglo XIX
Le chanteur espagnol, 1860
New York, Metropolitan Museum of Art
Don de William Church Osborn, 1949
© Metropolitan Museum of Art, New York
La exposición, presentada en el Museo de Orsay y después en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, se propone mostrar la evolución que conoce la pintura del siglo XIX, que va abandonando progresivamente las reglas del academicismo y la técnica iniciada por Rafael para reemplazarlas por una mayor libertad en la realización, que permite aprehender mejor la realidad y dar la impresión de la vida a través de las pinceladas de color. Por tanto, no se trata de una presentación de España vista por los viajeros, aun cuando el tema de las corridas de toros, pintado por Goya, Dehodencq y Manet, figura en la exposición.
La lettre (les jeunes), vers 1812-1814
Lille, musée des Beaux-Arts
© Musée des Beaux-Arts, Lille
Una tercera parte de la exposición está dedicada a la pintura de Manet a la manera española, antes y después de su viaje a España, pero se exponen también obras de sus predecesores, contemporáneos y amigos, empezando por algunas pinturas españolas apreciadas por los artistas franceses durante el siglo XIX.
Se le ha reservado un lugar privilegiado a Goya, heredero de Velázquez y último gran pintor de la corte, conocido desde la época romántica por su Caprichos, que inspirarían a Delacroix y, más tarde, a Constantin Guys y a Manet.
Sainte Lucie, vers 1635-1640
Chartres, musée des Beaux-Arts
© Musée des Beaux-Arts, Chartres
El arte español, poco expuesto en Francia antes de la Revolución, hace su aparición en el Louvre, tras las guerras napoleónicas en 1814-1815, con obras maestras de Ribera, Murillo y Zurbarán, devueltas a Madrid después del Congreso de Viena. Sin embargo, el público no se familiarizará con este arte hasta la instalación de la Galería española de Louis-Philippe en el Louvre, entre 1838 y 1848, que le permitirá descubrir más de 400 cuadros, los cuales se dispersarán posteriormente en Londres en 1853. Allí es posible admirar a Goya con Las jóvenes (Palacio de Bellas Artes de Lille) y las Majas en el balcón, pero la gran revelación de entonces es la pintura de Zurbarán cuyo San Francisco en meditación (Londres, National Gallery) se convierte en el centro de la atención y sirve de fuente de inspiración directa para dos cuadros de Corot (Museo del Louvre) y de Manet (Fine Arts Museum, Boston). Así mismo, Ribera inspira a Millet la Santa Barba (Museo de Bellas Artes de Angers).
Immaculée Conception, dite Conception Soult, 1660-1665
Madrid, musée du Prado
© Musée du Prado, Madrid
No obstante, el artista más adulado es Murillo. Después de la pérdida de la Galería española, el Louvre efectúa una costosa adquisición en 1852, la Inmaculada Concepción de Murillo (actualmente en el Museo del Prado, tras el intercambio de 1941) además de pinturas más modestas, tales como La reunión de trece personajes atribuida a Velázquez y que inspira a Manet una serie de copias y variaciones, entre ellas el Niño con espada (Metropolitan Museum of Art, Nueva York).
La signora Adela Guerrero, danseuse espagnole, 1851
Bruxelles, musées royaux des Beaux-Arts de Belgique
© Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique, Bruxelles
La pintura española da el ejemplo de un realismo extremo con sus mendigos, sus bufones, sus lisiados y sus mártires. Los realistas franceses encuentran allí materia no sólo para temas modernos, sino también para una nueva pintura histórica, que se observa en la carrera de algunos amigos de Courbet, Bonvin y Manet, tales como Legros, fascinado por Zurbarán, y Ribot, considerado entonces como el nuevo Ribera.
Juan Prim, 8 octobre 1868, 1870
Musée d'Orsay
Achat au Salon, 1878
© Musée d’Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
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L'enfant à l'épée, 1861
New York, Metropolitan Museum of Art, don de Erwin Davis, 1889
© Metropolitan Museum of Art, New York
Los préstamos del Metropolitan Museum of Art, coorganizador de la exposición, son particularmente importantes para el arte español y Manet. Permiten seguir la trayectoria del artista a través de los Salones que precedieron su viaje a España, con el Guitarrista español del Salón de 1861, los dos cuadros que enmarcan El Almuerzo sobre la hierba en el Salón de los Rechazados de 1863 –
Victorine Meurent con traje de espada y Joven con traje de majo–, el Cristo y los ángeles del Salón de 1864, así como el Niño con espada de 1861, a propósito del cual Zola escribiría justamente: "Dicen que Edouard Manet tiene cierta afinidad con los maestros españoles, pues lo ha demostrado sobremanera en el Niño con espada".
Le Bouffon Pablo de Valladolid, vers 1636-1637
Madrid, musée du Prado
© Musée du Prado, Madrid
El Museo del Prado presta cuatro Velázquez, entre ellos El bufón Pablo de Valladolid, que inspira a Manet a su vuelta de Madrid: El actor trágico (National Gallery of Art, Washington) y El pífano (Museo de Orsay); Menipo, que será evocado por sus dos Filósofos (Art Institute, Chicago); Don Diego de Acedo, el Primo con un libro abierto, que recuerda el retrato de Emile Zola (Museo de Orsay), en el que Manet ha tenido cuidado de colocar un grabado de Goya, inspirado en los Borrachos de Velázquez (Museo del Prado).
El artista (Museo de São Paulo), rechazado en el Salón de 1876, es un último guiño a los retratos de Felipe IV de caza de Velázquez. En esta efigie de un pariente –el bohemio Marcellin Desboutin–, si bien Manet consigue una nueva maestría del pincel al dejar de lado los grises del Actor trágico para combinar los ocres y los marrones con el negro, no por ello deja de ser menos fiel al realismo español que sabe dar dignidad a la miseria.