La vida y la trayectoria de Charles Cordier reflejan la singularidad de su escultura: fue uno de los pioneros de la escultura policromada durante el Segundo Imperio. Enseguida se interesó por temas modernos, tratados inicialmente en bronce, sin policromía, que marcaron el deseo del artista de dedicarse a «la ubicuidad de lo hermoso», a la representación de las razas humanas y, rápidamente, a utilizar el color en la escultura.
Como muchos de sus contemporáneos, Cordier no mostraba a la supuesta superioridad de los europeos. Por el contrario, defendía la idea de una belleza propia de cada civilización, que pretendía mostrar de forma artística. Cordier sólo tenía 21 años cuando realizó este conjunto.
El gusto artístico por la «chinoiserie» surgió en el siglo XVII, triunfó en Francia en el siglo XVIII y después no despareció completamente. Los bustos del hombre y la mujer chinos son retratos de Chung Ataï y su segunda esposa, la madre de sus hijos, Yung Achoi. Chung Ataï nació en la provincia de Leong-Lan, al norte de Cantón, y procedía de la burguesía. Cuando finalizó la guerra del opio con Inglaterra en 1842, decidió viajar por Europa. Este hecho era bastante excepcional para un burgués chino adinerado, pero tenía vínculos con Inglaterra debido a su actividad como comerciante de té.
La reina Victoria recibió a la pareja en Osbourne House, en la isla de Wight, al sur de Inglaterra. Desde allí, se gestó un viaje bastante sorprendente. La segunda parada fue París, donde la familia se instaló en octubre de 1851. Desde París, hicieron una parada en Lille y después pasaron por La Haya, Róterdam y Amberes, donde probablemente falleció Yung Achoi. Posteriormente, se dirigieron a Ámsterdam, luego a Colonia y Berlín, Dresde, Leipzig y Múnich, donde llegaron en febrero de 1853. De Múnich se dirigieron a Viena, luego a Graz, Budapest, Praga, Karlovy Vary y, por último, a Milán y Turín. Parece que una estancia en Nápoles en 1854 convenció a Chung Ataï a regresar a China con su familia.
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Chinois, 1853
Musée d'Orsay
Achat, 2023
© Musée d’Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Sophie Crépy
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Chinoise, 1853
Musée d'Orsay
Achat, 2023
© Musée d’Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Sophie Crépy
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Bustos de chinos
Sin duda, Cordier pensó inmediatamente en crear dos obras policromadas, de un gusto fastuoso, que presentaría en el Salón. Los accesorios son los que la época esperaba de los retratos de chinos: para la mujer, una pagoda reducida detrás, unos zapatos diminutos que indicaban que apenas podía caminar, uñas largas y una expresión de asombro en el rostro, aún más inquietante por el uso de piedra azul para las pupilas. Está firmada y fechada «CCORDIER / sculp & pinx / 1853». Cordier esculpió y pintó con esmalte las dos obras.
Para el hombre chino, el biombo que hay detrás es un testimonio de los intentos de Cordier de dominar también esta técnica, tal como lo revela la inscripción, similar en las dos obras pero representada de manera diferente: «CCORDIER / sculp & pinx/ 1853». El hombre chino sostiene una pipa, en alusión al opio, y, al igual que la mujer china, sus ojos son de piedra azul. En ambos casos, los bordados de los trajes están realizados con un lujo de detalles particularmente notable. Cordier estaba abierto a la diferencia y veía en estas personas la imagen completa de la humanidad.
Primer intento de policromía completa de Cordier
El primer intento de policromía presentado por Cordier en el Salón de 1853 fue esta lujosa mezcla de técnicas, normalmente poco utilizadas en escultura. Comenzó a utilizar el mármol ónix después de su viaje a Argelia en 1856. Los bustos del hombre y de la mujer chinos combinan dos técnicas, una reciente, la galvanoplastia, desarrollada en 1842 para la casa Christofle y otra secular, el esmaltado, probablemente realizada por Cordier y sus asistentes.
La pareja de chinos de Cordier suscitó críticas, a veces feroces pero, afortunadamente, otros señalaron con razón que Cordier tenía más talento para retratar las «razas exóticas» que las europeas. El éxito de los chinos se confirmó por el número de versiones reducidas a un solo busto, en diferentes materiales y tamaños: bronces monocromos, bronce dorado y porcelana dura.
Estos bustos de bronce dorados, plateados y esmaltados por el propio Cordier, estuvieron ausentes hasta entonces en las colecciones públicas francesas. Además, el ejemplo de la historia de esta familia china ilustra el desarrollo de los intercambios comerciales a mediados del siglo XIX.