Spilliaert conoce a Verhaeren (1855-1916) gracias a su editor, Edmond Deman, y forja una profunda amistad con el poeta. Este último, de más edad que el artista, es como un padre espiritual: lo anima, lo introduce en el mundo literario parisino en 1904, y se convierte en uno de sus primeros seguidores y coleccionistas.
En una carta escrita en Ostende el 26 de junio de 1913, Spilliaert expresa la intensidad de esta amistad: «Al separarnos hice la siguiente plegaria: Señor, protégeme de las horas tediosas y grises, permíteme estar siempre como si acabase de encontrarme con Verhaeren, es decir, en un estado de amor y exaltación».
A pesar de que Maeterlinck (1862-1949) y Spilliaert nunca se conocieron, el artista, en sus primeras obras, se acerca a la atmósfera sombría y estilizada de las primeras obras teatrales de su compatriota. Las ilustra para una edición de bibliófilo encargada por Edmond Deman. Su sugerente y misterioso universo, dominado por la muerte, también le inspira obras independientes, tituladas Maeterlinck Théâtre.