Las obras en depósito
El museo de Orsay posee amplias colecciones, conservadas en el seno del museo o en sus reservas, o bien en otras instituciones públicas, esencialmente museos. Más de 5.000 obras se depositan, de este modo, con el objetivo de mostrarlas al público y realizar un proyecto científico, en torno a ellas. El depositario dispone del uso del depósito, por lo tanto, es el responsable, pero no el propietario. Los depósitos pueden tener una duración variable, habitualmente de cinco años renovable. El museo de Orsay acompaña periódicamente los museos en sus proyectos de renovación o de redespliegue de las colecciones, mediante un diálogo sobre la actualización de los depósitos.
Las obras del museo de Orsay en depósito son el objeto de un cotejo periódico, para comprobar su presencia, su estado y su presentación al público. Si una obra no se presenta al público o se encuentra en peligro, debido a malas condiciones de protección o de conservación (en particular en el exterior), se entabla un diálogo con los depositarios para hallar una solución satisfactoria. De lo contrario, la obra vuelve al museo de Orsay. El cotejo también permite encontrar con frecuencia obras que se pensaban perdidas..
Estos depósitos evolucionan constantemente, en un cruce continuo entre el museo de Orsay y los depositarios. Así se presentan al público obras del museo de Orsay, sobre todo en el territorio francés, en cerca de 440 lugares de depósito. Además, el museo de Orsay también tiene la custodia de otros museos nacionales, como el museo del Louvre (il. 4) o del Museo Nacional de Arte Moderno.
Retos relevantes de las políticas patrimoniales, los depósitos de las colecciones nacionales representan una línea de desarrollo cultural de los territorios. Desde hace más de 200 años, el Estado vela por la difusión de su patrimonio, a la vez que reglamenta su acceso mediante una legislación exigente, pero protectora, para asegurar la transmisión de sus obras a las futuras generaciones.
Historia de los depósitos de las colecciones nacionales y de su legislación
Como el museo de Orsay procede en parte de las colecciones del museo del Louvre, se debe retroceder a finales del siglo XVIII para entender los orígenes de la práctica de los depósitos de las colecciones nacionales.
Las primeras colecciones del museo del Louvre, inaugurado en 1793, están formadas por obras de arte nacionalizadas de los bienes de la Iglesia, obras de arte del palacio de Versalles y embargos llamados «revolucionarios» procedentes de la nobleza emigrada. Bastante pronto, algunas obras empiezan a ser depositadas en ciudades de forma esporádica: el Directorio envía, de este modo, a la ciudad de Tolosa, un cuadro de François-André Vincent, Episode de la vie de Guillaume Tell [Episodio de la vida de Guillermo Tell], en recompensa por su fidelidad a la constitución republicana, durante la insurrección monárquica del año VII en la región.
Cabe esperar aproximadamente diez años para que un primer texto evoque la difusión de obras de arte por el territorio francés y la organización de los museos. En efecto, los bienes artísticos procedentes de la nacionalización de los bienes de la Iglesia, de la confiscación de aquellos de los emigrados y de las capturas realizadas por los ejércitos revolucionarios, alcanzaron un volumen tal que resultó evidente que no podían ser conservados en su totalidad en París.
La Orden del 14 fructidor del año IX (septiembre de 1801) también llamada «Orden Chaptal» establece el nacimiento de los museos de «provincias» franceses. Jean-Antoine Chaptal (1756-1832), ministro del Interior de Bonaparte de 1801 a 1804, presenta para su firma por los Cónsules una Orden, relativa a la decisión de distribuir cuadros por ciudades de provincias. Se eligen quince municipios: Lyon, Burdeos, Estrasburgo, Bruselas, Marsella, Rouen, Nantes, Dijon, Tolosa, Ginebra, Caen, Lille, Maguncia, Rennes y Nancy. El Estado deposita de este modo 846 cuadros en los primeros museos de Bellas Artes. Ciento sesenta obras depositadas, ya sea el 15 %, son capturas de guerra, esto indica la voluntad de demostrar, mediante los envíos a las regiones, la potencia del poder revolucionario que ha triunfado contra los países hostiles a Francia.
Esta decisión, profundamente política, establece en el mapa francés los primeros eslabones de lo que se convertirá posteriormente, mediante la emulación, en una verdadera red que circunda todo el territorio nacional. El Estado revolucionario y el Consulado aportan una respuesta a la demanda de redistribución de las colecciones concentradas en París en nombre del principio político de igualdad. Chaptal indica que, aunque «París debe reservar las obras maestras de todos los géneros», añade también que un «sentimiento de justicia» implica que «el habitante de los departamentos también tenga una parte relevante en el reparto del fruto de nuestras conquistas y en la herencia de las obras de artistas franceses».
Una segunda ola de depósitos fue iniciada con un Reglamento de 1816 bajo Luis XVIII, pero solicitada esta vez por los cargos electos locales, sin definir correctamente una directriz: los conservadores del Louvre en general tendrán el reflejo de enviar obras menores. Par calificar estos envíos, se habla entonces de «Concesión de la Restauración» que se resume en un centenar de obras.
Bajo el Segundo Imperio, el Decreto del 11 de julio de 1862, llamado Decreto de Vichy, decide que tras la reunión de la colección del marqués Giampetro Campana para formar el museo Napoleón III, algunos de estos bienes «permanecerán a disposición del ministro de Estado para ser concedidos ya sea a establecimientos del Estado, o a museos de los departamentos».
En 1872, la República naciente tomó la iniciativa de nuevos depósitos masivos. Esta dispersión de 1872 fue completada por una nueva serie de depósitos, de acuerdo con la aplicación del Decreto de 1874. Todas estas decisiones del poder ejecutivo solo son un elemento de la política del Estado para la mejora de los museos territoriales en el siglo XIX, junto con adquisiciones en los Salones o también encargos públicos y compras del Estado a los artistas, distribuidas con generosidad como depósito.
Verdadera primera legislación que regula los depósitos de las colecciones nacionales, el Decreto del 24 de julio de 1910 halla su fuente en la voluntad del Estado de ejercer los controles que faltaban, mediante inspecciones de los museos de los establecimientos locales. El Decreto se titula «Dépôts dans les musées de province d’œuvres d’art appartenant à l’Etat [Depósitos en los museos de provincias de obras de arte pertenecientes al Estado]». El texto regula las condiciones del depósito, la conservación, el desplazamiento provisional y la retirada definitiva de las obras depositadas. Un Decreto de 1928 completa el de 1910, en particular en cuanto a la duración, prevista por 3 años.
Vienen a continuación el Decreto de 1981 y la «Ley museos» de 2002, relativos a los préstamos y depósitos de los museos nacionales que organizan con precisión las condiciones de depósito (depósito de 5 años renovable), los lugares de los depósitos autorizados, las obligaciones de los depositarios (seguro, responsabilidad en caso de robo o deterioro, la obligación de mostrarla al público, la organización del cotejo por el depositante). El contenido de estas últimas leyes se encuentra en la parte reglamentaria de la Ley del Patrimonio, desde 2011.
Desde 1981, los depósitos de las colecciones nacionales solo son posibles en los lugares siguientes:
- los museos de Francia
- los museos extranjeros
- los museos históricos que pertenecen a los establecimientos territoriales no afectados a un museo, a condición que estén abiertos al público
- los parques y jardines de los dominios nacionales (esculturas)
El acceso a las colecciones nacionales permanece por lo tanto limitado esencialmente a los museos. El legislador subraya de este modo la obligación de exposición al público de las obras de las colecciones nacionales. Además, esta legislación también permite poner fin a numerosos casos de robo, deterioros y desplazamientos sin autorización, constatados durante las operaciones de cotejo en instituciones no museísticas.
Por fin, el artículo D. 423-18 regula las obras depositadas antes de 1981 en instituciones no museísticas. Estas pueden seguir estando depositadas, a condición de que las obras estén visibles al público: por ejemplo, una obra depositada en la sala donde se celebran las bodas puede prolongar su depósito.
Durante la prefiguración del museo de Orsay (1978-1986), los equipos de la conservación llevaron a cabo un trabajo de fondo sobre las obras en depósito, previamente a sus devoluciones. Sin embargo, muchas obras permanecieron en las instituciones depositarias. Para tener en cuenta el fuerte e histórico vínculo de los museos de las regiones con los depósitos realizados antes de 1910, la Ley 2002-5 del 4 de enero de 2002 relativa a los museos de Francia organiza el traslado de la propiedad a los establecimientos territoriales de los depósitos del Estado anteriores a 1910.