Cache-pot

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Jean Carriès
Cache-pot
vers 1891-1892
grès émaillé, rehauts d'or
H. 16,0 ; L. 16,8 cm.
Achat au Salon de la Société nationale des beaux-arts, 1892
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Jean Schormans
Jean Carriès
Cache-pot
vers 1891-1892
grès émaillé, rehauts d'or
H. 16,0 ; L. 16,8 cm.
Achat au Salon de la Société nationale des beaux-arts, 1892
© RMN-Grand Palais (musée d’Orsay) / Stéphane Maréchalle
Jean Carriès
Cache-pot
vers 1891-1892
grès émaillé, rehauts d'or
H. 16,0 ; L. 16,8 cm.
Achat au Salon de la Société nationale des beaux-arts, 1892
© RMN-Grand Palais (musée d’Orsay) / Stéphane Maréchalle
Jean Carriès
Cache-pot
vers 1891-1892
grès émaillé, rehauts d'or
H. 16,0 ; L. 16,8 cm.
Achat au Salon de la Société nationale des beaux-arts, 1892
© RMN-Grand Palais (musée d’Orsay) / Stéphane Maréchalle
Jean Carriès (1855 - 1894)
Artwork not currently exhibited in the museum

En 1888 el escultor Jean Carriès (1855-1894) se retira en la Nièvre, en Puisaye, con el fin de dedicarse a la práctica del gres. La Puisaye disponía entonces de varios centros de producción de alfarerías utilitarias de gres en bruto o esmaltado. Tras una corta estancia en Cosne, Carriès se fija en Saint-Amand donde se rápidamente se construye un amplio taller, necesario para la elaboración y el moldeado de la famosa puerta monumental, encargada por la princesa de Scey-Montbéliard, nacida Winaretta Singer. Pero durante la primavera de 1891, todo y siguiendo su trabajo en Saint-Amand, el artista se retira cada vez con mayor frecuencia a la mansión de Montriveau donde hace construir un horno en el que, de ahora en adelante, puede cocer su alfarería, junto con las placas de gres de la puerta.
El primer horneado tiene lugar el 23 de septiembre 1891. En primavera del año siguiente Carriès expone en el salón de la Sociedad nacional de Bellas Artes una vitrina que suscita el entusiasmo, incluso por parte de las autoridades oficiales, ya que el ministerio de Instrucción pública y de Bellas Artes decide adquirir, para los museos del Luxemburgo y de Sèvres, unas doce piezas, incluida esta. Carriès estaba apasionado por el esmaltado que practicaba solo. La leyenda, cuidadosamente entretenida por él, en vida, de una "cocina" personal – citemos por ejemplo la recuperación de ladrillos triturados, impregnados de plomo fundido o de cenizas encontradas en los mismos hornos – está basada sobre un fondo de verdad. Pero esta genial ausencia de método, generadora de obras maestras, que cuentan entre otras, las más bellas realizaciones de cerámica occidental, se fundamenta en una atenta observación de los procesos seculares de los autóctonos y un notable conocimiento de los procesos químicos modernos.

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