Caïn
Fernand Cormon
(1845 -
1924)
Niveau médian,
Salle 55
Este cuadro ilustra el destino fúnebre de Caín, hijo mayor de Adán y Eva, que tras el asesinato de su hermano pequeño Abel, fue condenado a huir perpetuamente. Caín, de mirada azarosa, conduce con dificultad su tribu. Sus hijos llevan una camilla de madera en la que sujetan a una mujer asustada y a sus hijos dormidos. Transportan trozos de carne sangrienta. Otros hombres les acompañan, son cazadores. Uno lleva a una mujer joven en sus brazos y unos cuantos perros cierran la comitiva. Los rostros traicionan el temor de la sentencia de Jehová.
Cormon ha alargado las sombras, como si la luz de la verdad persiguiera a los culpables por la llanura despoblada y empleó tonos de color tierra, con una pincelada vigorosa, trabajada, como la de Courbet. El artista está preocupado por la exactitud anatómica: hace posar a un modelo vivo en su taller, para cada figura.
Cuadro de historia bíblica, epopeya grandilocuente, la obra también constituye una reconstitución antropológica. Introduce un campo inédito, el de la prehistoria, en el mismo momento en que se estaban descubriendo pinturas rupestres paleolíticas. Por falta de documentos, Cormon especula sobre la vida en aquellos tiempos remotos, la existencia de bárbaros que luchaban por su supervivencia, que iban descalzos, con el cabello alborotado y la piel rugosa. A modo de subtítulo, se citan los primeros versos de La Conciencia, poema de Victor Hugo extraído de La Leyenda de los siglos (1859):
"Cuando junto a sus hijos, vestidos de pieles de bestias
Desgreñado, lívido, en medio de la tempestad
Caín hubo huido de ante Jehová
Como la noche caía, sombrío el hombre llegó..."
Cormon ha alargado las sombras, como si la luz de la verdad persiguiera a los culpables por la llanura despoblada y empleó tonos de color tierra, con una pincelada vigorosa, trabajada, como la de Courbet. El artista está preocupado por la exactitud anatómica: hace posar a un modelo vivo en su taller, para cada figura.
Cuadro de historia bíblica, epopeya grandilocuente, la obra también constituye una reconstitución antropológica. Introduce un campo inédito, el de la prehistoria, en el mismo momento en que se estaban descubriendo pinturas rupestres paleolíticas. Por falta de documentos, Cormon especula sobre la vida en aquellos tiempos remotos, la existencia de bárbaros que luchaban por su supervivencia, que iban descalzos, con el cabello alborotado y la piel rugosa. A modo de subtítulo, se citan los primeros versos de La Conciencia, poema de Victor Hugo extraído de La Leyenda de los siglos (1859):
"Cuando junto a sus hijos, vestidos de pieles de bestias
Desgreñado, lívido, en medio de la tempestad
Caín hubo huido de ante Jehová
Como la noche caía, sombrío el hombre llegó..."