Danse à la ville
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Auguste Renoir
Danse à la ville
1883
huile sur toile
H. 179,7 ; L. 89,1 cm.
Dation, 1978
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Auguste Renoir
Danse à la ville
1883
huile sur toile
H. 179,7 ; L. 89,1 cm.
Dation, 1978
© Musée d'Orsay
/ Sophie Crépy
Auguste Renoir
(1841 -
1919)
Niveau supérieur,
Salle 32
Renoir apreciaba las escenas de baile. Estos dos cuadros fueron concebidos como pareja: son de idéntico formato y los personajes, prácticamente de tamaño natural, representan dos aspectos diferentes, véase opuestos, en el baile. A la elegancia retenida de los bailarines urbanos, a la frialdad del salón en el que se desarrolla, se opone la alegría del baile campesino al aire libre.
¿No ha abandonado la pareja arrollada por la música una mesa desordenada, desorden acentuado por el sombrero que se ha caído al suelo, en el primer plano? Podríamos multiplicar las oposiciones entre ambos paneles, incluso en la gama de colores, fría para el vestido de Suzanne Valadon, el modelo de Baile en la ciudad, cálida para Aline Charigot, futura esposa de Renoir, que presta sus rasgos risueños a la campesina bailando. Más allá de sus diferencias, ambas parejas parecen conectadas por un mismo movimiento, como si cada uno encarnara una secuencia del mismo baile.
Expuestos en la galería de Durand-Ruel, al que pertenecerán durante mucho tiempo, ambos cuadros marcan la evolución del pintor a comienzos de los años 1880. El dibujo se vuelve más preciso y la simplificación de la paleta contrasta con las pinceladas vibrantes de los lienzos anteriores. El mismo Renoir confesaba que esta intensificada atención por el dibujo correspondía a una necesidad de renovación, tras haber podido admirar las obras de Rafael en Italia.
¿No ha abandonado la pareja arrollada por la música una mesa desordenada, desorden acentuado por el sombrero que se ha caído al suelo, en el primer plano? Podríamos multiplicar las oposiciones entre ambos paneles, incluso en la gama de colores, fría para el vestido de Suzanne Valadon, el modelo de Baile en la ciudad, cálida para Aline Charigot, futura esposa de Renoir, que presta sus rasgos risueños a la campesina bailando. Más allá de sus diferencias, ambas parejas parecen conectadas por un mismo movimiento, como si cada uno encarnara una secuencia del mismo baile.
Expuestos en la galería de Durand-Ruel, al que pertenecerán durante mucho tiempo, ambos cuadros marcan la evolución del pintor a comienzos de los años 1880. El dibujo se vuelve más preciso y la simplificación de la paleta contrasta con las pinceladas vibrantes de los lienzos anteriores. El mismo Renoir confesaba que esta intensificada atención por el dibujo correspondía a una necesidad de renovación, tras haber podido admirar las obras de Rafael en Italia.