Dante et Virgile
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William Bouguereau
Dante et Virgile
1850
huile sur toile
H. 280,5 ; L. 225,3 cm.
Dation, 2010
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
William Bouguereau
(1825 -
1905)
Rez-de-chaussée,
Salle 3
Cateado en dos ocasiones en el Premio de Roma (1848 y 1849), Bouguereau tiene sed de revancha. Sus primeros envíos al Salón manifiestan esta voluntad feroz de triunfar. Tras su ambicioso Igualdad ante la muerte (1849), el joven pretende de nuevo marcar las mentes. Somete al público un cuadro todavía más monumental donde extrae de la obra de Dante, muy apreciada por los románticos quienes supieron captar su belleza totalmente dramática. El cuadro se inspira de un corto episodio del octavo círculo del Infierno (el de los falsificadores, incluidos los de falsa moneda), en el que Dante junto con Virgilio, asiste al combate entre dos almas condenadas: Capocchio, hereje y alquimista, mordido en el cuello por Gianni Schicchi, quien había usurpado la identidad de un hombre ya fallecido, con el fin de desviar su herencia.
El crítico y poeta Théophile Gautier aplaude ruidosamente: "El Gianni Schicchi se echa encima de Capocchio, su rival, con una extraña furia, y entre ambos combatientes se establece una lucha de músculos, de nervios, de tendones, de dentellados, de los que el Sr. Bouguereau ha salido con los honores. En este lienzo hay dureza y fuerza. ¡La Fuerza, calidad escasa!". En efecto, Bouguereau demuestra aquí un obvio atrevimiento. Se entrega a una suerte de exploración de los límites estéticos: exacerbación de las musculaturas, yendo hasta la deformación expresiva, ultranza de las posturas contrastes de los coloridos y de las sombras, figuras monstruosas y condenadas apelmazadas. Pensamos en particular en las sublimes visiones de artistas románticos, como Blake (1757-1827), Füssli (1741-1825), o Lawrence (1769-1830). Todo, en este cuadro, está vinculado con un sentimiento de terribilità y de horror, vena en la que Bouguereau, posteriormente, no se aventurará nunca más.
El crítico y poeta Théophile Gautier aplaude ruidosamente: "El Gianni Schicchi se echa encima de Capocchio, su rival, con una extraña furia, y entre ambos combatientes se establece una lucha de músculos, de nervios, de tendones, de dentellados, de los que el Sr. Bouguereau ha salido con los honores. En este lienzo hay dureza y fuerza. ¡La Fuerza, calidad escasa!". En efecto, Bouguereau demuestra aquí un obvio atrevimiento. Se entrega a una suerte de exploración de los límites estéticos: exacerbación de las musculaturas, yendo hasta la deformación expresiva, ultranza de las posturas contrastes de los coloridos y de las sombras, figuras monstruosas y condenadas apelmazadas. Pensamos en particular en las sublimes visiones de artistas románticos, como Blake (1757-1827), Füssli (1741-1825), o Lawrence (1769-1830). Todo, en este cuadro, está vinculado con un sentimiento de terribilità y de horror, vena en la que Bouguereau, posteriormente, no se aventurará nunca más.