David








Con la guerra de 1870 y la derrota del país, un sentimiento de humillación y el deseo de revancha, se amparan de la sociedad francesa. Semejante estado de espíritu muestra, en este David, la promesa de una Francia que un día vencerá, pese a su debilidad, el Goliat prusiano, como el joven pastor de Israel que, con tan sólo su tirachinas, derrumbó al enemigo gigante. De modo que, de inmediato, la escultura tuvo un inmenso éxito: el yeso ejecutado en Roma, donde el joven artista acababa su formación, le proporcionó la Legión de honor, y fue encargado en bronce, por el Estado, en 1872, para colocarlo en el museo del Luxemburgo – el museo de los artistas vivientes – a partir 1874. Se convirtió en una de las imágenes de mayor difusión en los periódicos ilustrados, y obtuvo tanto entusiasmo que fue editada en tamaño pequeño, y en seis dimensiones distintas, por el fundidor Barbedienne.
Tras el giro de 1870, Antonin Mercié representó la joven generación de escultores franceses deseosos de proporcionar, en el corazón de una enseñanza clásica, una expresión más vibrante a su figura. Busca esta combinación entre sabia composición y modelo con garbo, en los grandes modelos del Renacimiento florentino: Por ello, el uso de las grandes y bellas curvas del brazo, prolongado por el movimiento de la espada, la pierna doblada, la gracia del movimiento de David, invita el espectador a girar entorno a distintos planos que adaptan paulatinamente el espacio. Entre clasicismo moderno y explícito realismo, Mercié encuentra una vía original.