Exposition universelle de 1878 : façade du pavillon du Luxembourg

Alfred Vaudoyer
Exposition universelle de 1878 : façade du pavillon du Luxembourg
1878
plume et aquarelle
H. 61,0 ; L. 39,0 cm.
Achat en vente publique, 1986
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
Alfred Vaudoyer (1846 - 1917)
Artwork not currently exhibited in the museum
Para Francia, la Exposición Universal de 1878 es una revancha. Vencido de la manera más humillante en 1870, afectado por el trágico episodio de la Comuna, obligado a abonar a Alemania cinco mil millones oro, el país emprendió un enorme esfuerzo para recuperarse y la Exposición Universal debía concretizar su éxito.
La verdadera novedad arquitectónica es la sorprendente Calle de las Naciones, situada en el Campo de Marzo. El contraste es inmenso entre esta calle, en la que veintisiete países están representados con una fachada característica de su edad de oro, y la calle haussmaniana. En la primera, todo son entradas, policromías, choque de arquitecturas primitivas o refinamiento extremo. La segunda es sobria, contenida por una estricta normativa y un tono uniforme.
Los comentarios no pasan por alto este carácter: "Como si el acercamiento hubiese sido expresamente ordenado para hacer resaltar cada estilo arquitectónico o para exagerar su fisonomía, los pueblos que menos se asemejan han sido colocados uno junto a otro, de modo que esta yuxtaposición acentúe con mayor fuerza el carácter que distingue su arte".
Para el pabellón de Luxemburgo, resulta difícil para el arquitecto elegir cuál de los elementos, ya sea el germánico, el francés o el belga, sería más representativo de este Gran Ducado, verdadera encrucijada de Europa; más todavía cuando se les solicita a algunos estados suplementarios de los llamados "Estados menores" —Mónaco, la República de San Marino y el Principado de Andorra— compartir una misma fachada.
Situada entre las arquitecturas gótica de Portugal e islámica de Túnez, Vaudoyer elige finalmente una fachada renecentista para expresar el carácter de Luxemburgo. Esta realización debió satisfacer a este país que confió de nuevo al arquitecto la labor de erigir sus pabellones en las Exposiciones Universales de 1889 y 1900.
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