Intérieur d'artiste, coupe sur le cabinet de travail
François Garas sigue siendo un arquitecto misterioso, en el panteón artístico donde encontramos, tanto a Baudelaire y Edgar Poe, como a John Ruskin, Richard Wagner, Jean Carriès o Edouard Manet. Se tituló en 1894 y expuso después regularmente, hasta 1914, arquitecturas utópicas en el Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. Su carrera comenzó con la exposición Impresiones de arquitectos en Le Barc de Bouteville en 1896, junto a sus jóvenes colegas Henri Sauvage, Henry Provensal y Gabriel Guillemonat. Este acto, fue acompañado por una tremenda publicación del arquitecto Frantz Jourdain, que quería acabar con el "avasallamiento cerebral producido por el estudio exclusivo de la Arquitectura griega y romana y por el único conocimiento del Renacimiento italiano." Este dibujo se encuentra en esta publicación, más tarde el mismo año lo veremos de nuevo expuesto por la Sociedad Nacional de Bellas Artes, en medio de un conjunto titulado Interiores de artista.
A partir de 1897, Garas propone al Salón proyectos cada vez más oníricos de "templos para las futuras religiones" dedicados a Beethoven, Wagner, la Vida, la Muerte o el Pensamiento. Mientras que sus compañeros de la primera hora se orientan hacia la construcción de viviendas sociales, Garas sigue en la misma quimérica dirección y luego desaparece de la escena arquitectónica, aparentemente sin haber construido nunca nada.
Este improbable gabinete de trabajo se parece más bien al laboratorio de un alquimista, y es perfectamente representativo de esta corriente esotérica de la arquitectura en torno a 1900.