La Barrière
Artwork caption copied
Ker-Xavier Roussel
La Barrière
vers 1892
pastel
H. 21,5 ; L. 17,0 cm.
Achat, 1991
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Ker-Xavier Roussel
La Barrière
vers 1892
pastel
H. 21,5 ; L. 17,0 cm.
Achat, 1991
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ image RMN-GP
Leyenda de la foto
Ker-Xavier Roussel,
La Barrière,
vers 1892,
pastel,
H. 21,5 ; L. 17,0 cm.,
Achat, 1991,
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Leyenda de la foto
Ker-Xavier Roussel,
La Barrière,
vers 1892,
pastel,
H. 21,5 ; L. 17,0 cm.,
Achat, 1991,
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ image RMN-GP
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Ker-Xavier Roussel
(1867 -
1944)
Artwork not currently exhibited in the museum
Después de 1900, Ker-Xavier Roussel ha revelado ser un maestro del pastel con sus numerosas composiciones mitológicas y sus paisajes mediterráneos, de atrevidos colores. Sus pasteles de los años 1890 sin embargo son extremadamente escasos y originales. La barrera constituye uno de los ejemplos más interesantes. Esta obra, es en efecto, característica del estilo Nabi que desarrolla Roussel en sus años de juventud: tema anodino, ausencia de perspectiva en el estilo de las estampas japonesas que el artista colecciona apasionadamente, contraste de los valores...
Un muro grisáceo, cubierto por árboles, ocupa casi todo el espacio de la obra. Al final de este muro, una barrera verde oscuro está fijada a un poste de madera. La barrera, pese a estar abierta, cerca el espacio del cuadro y le proporciona de este modo la impresión de estar cerrada. Esta ambivalencia otorga al pastel un encanto particular. La obra, como ventana abierta hacia el mundo, se convierte en una manera de obstruir la vista: primero la barrera, luego el gran muro, por fin las hojas, impiden ver más lejos. No existe en concreto un trasfondo. Todo se atenúa al final en una niebla de grises intensos, que constituye una barrera en el doble sentido de la palabra.
Un muro grisáceo, cubierto por árboles, ocupa casi todo el espacio de la obra. Al final de este muro, una barrera verde oscuro está fijada a un poste de madera. La barrera, pese a estar abierta, cerca el espacio del cuadro y le proporciona de este modo la impresión de estar cerrada. Esta ambivalencia otorga al pastel un encanto particular. La obra, como ventana abierta hacia el mundo, se convierte en una manera de obstruir la vista: primero la barrera, luego el gran muro, por fin las hojas, impiden ver más lejos. No existe en concreto un trasfondo. Todo se atenúa al final en una niebla de grises intensos, que constituye una barrera en el doble sentido de la palabra.
