La Femme à la cafetière
Artwork caption copied
Paul Cézanne
La Femme à la cafetière
entre 1890 et 1895
huile sur toile
H. 130,0 ; L. 97,0 cm.
Don M. et Mme Jean-Victor Pellerin, 1956
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Paul Cézanne
La Femme à la cafetière
entre 1890 et 1895
huile sur toile
H. 130,0 ; L. 97,0 cm.
Don M. et Mme Jean-Victor Pellerin, 1956
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
Paul Cézanne
(1839 -
1906)
Niveau supérieur,
Salle 35
El modelo de este retrato no está precisamente identificado, pero se trata sin duda de una empleada del Jas de Bouffan, la casa familiar de los Cézanne cerca de Aix-en-Provence. El pintor utiliza por otro lado, pocos modelos profesionales y prefiere trabajar con personas cercanas o miembros de su entorno personal, sin duda debido a una cierta timidez y a su gran lentitud de ejecución. A pesar de esta proximidad, no es tanto el análisis psicológico que prevalece en esta Mujer con la cafetera, sino más bien el estudio de las formas.
Los principales elementos de la composición: el cuerpo de la mujer, la taza y la cafetera están representados de manera muy simplificada, según una organización estricta de las líneas horizontales y verticales. Esta geometrización de los volúmenes, junto con el ángulo de vista de la mesa, representada en una perspectiva mucho más alta que aquella utilizada para los objetos que están colocados encima, anuncian el cubismo.
Probablemente realizado hacia 1895, este cuadro es representativo de la evolución del arte de Cézanne, que se ha alejado del impresionismo desde cerca de veinte años. Él que desea "tratar la naturaleza por el cilindro, la esfera y el cono" enfoca este retrato como un bodegón. No obstante, las manos del modelo que recuerdan el trabajo, el rostro patán, pero digno demuestran la simpatía del pintor por este "icono monumental de la vida simple" (F. Cachin).
Los principales elementos de la composición: el cuerpo de la mujer, la taza y la cafetera están representados de manera muy simplificada, según una organización estricta de las líneas horizontales y verticales. Esta geometrización de los volúmenes, junto con el ángulo de vista de la mesa, representada en una perspectiva mucho más alta que aquella utilizada para los objetos que están colocados encima, anuncian el cubismo.
Probablemente realizado hacia 1895, este cuadro es representativo de la evolución del arte de Cézanne, que se ha alejado del impresionismo desde cerca de veinte años. Él que desea "tratar la naturaleza por el cilindro, la esfera y el cono" enfoca este retrato como un bodegón. No obstante, las manos del modelo que recuerdan el trabajo, el rostro patán, pero digno demuestran la simpatía del pintor por este "icono monumental de la vida simple" (F. Cachin).