La Légende bretonne

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Edgard Maxence
La Légende bretonne
1906
huile sur toile
H. 150,0 ; L. 221,0 cm.
Achat, 2013
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
Edgard Maxence
La Légende bretonne
1906
huile sur toile
H. 150,0 ; L. 221,0 cm.
Achat, 2013
© Musée d’Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
Edgard Maxence (1871 - 1954)
La leyenda bretona es una de las composiciones simbolistas más ambiciosas de Edgard Maxence, procedente de su periodo de madurez artística. Protegida por un dolmen, bajo una luna llena roja, una muchacha joven con traje de fiesta de Pont-Aven parece aterrorizada por la aparición de un hada o una maga, que lleva una hopalanda de armiño y un vestido bordado con motivos tradicionales. Ésta parece anunciar un funesto presagio, confirmado al llegar korrigáns rojos, pequeños trasgos maléficos procedentes de las leyendas bretonas.
Maxence, originario de Nantes, siempre ha mantenido un fuerte arraigo por su tierra natal, pero este folclore bretón sostenido, sigue siendo bastante raro en su obra que se caracteriza en general por un simbolismo más sutil y místico, influenciado por el prerrafaelismo inglés.
La especificidad regional está aquí muy marcada debido probablemente a que el cuadro responde a un encargo. La Leyenda bretona está en efecto destinada a decorar la mansión particular parisina de un famoso cirujano y ginecólogo de la época, Louis-Gustave Richelot (1844-1924), él también de origen nantés.
Apasionado por la música, alumno de César Franck, el doctor Richelot organizaba en su casa veladas y conciertos en los que tocaba el piano y representaba también sus propias composiciones. Entre numerosas melodías, en 1905 compone en particular una Leyenda bretona, obra para voces y orquesta, de la que el cuadro de Maxence podría ser una traducción pictórica.
La obra entra de este modo en resonancia con el movimiento de afirmación de la identidad cultural bretona que observa un periodo de desarrollo, durante la Belle Époque. El representa, no sin humor, esta confrontación entre la Bretaña cristiana, reputada por su fervor puro y austero, representada por la joven campesina y, por otro lado, la Bretaña mágica y pagana, encarnada por los korrigáns y el hada que evolucionan por las alineaciones megalíticas.
Niveau médian, Salle 59
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