L'Italienne
Artwork caption copied
Vincent Van Gogh
L'Italienne
1887
huile sur toile
H. 81,5 ; L. 60,5 cm.
Donation baronne Eva Gebhard-Gourgaud, 1965
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Vincent Van Gogh
L'Italienne
1887
huile sur toile
H. 81,5 ; L. 60,5 cm.
Donation baronne Eva Gebhard-Gourgaud, 1965
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Vincent Van Gogh
L'Italienne
1887
huile sur toile
H. 81,5 ; L. 60,5 cm.
Donation baronne Eva Gebhard-Gourgaud, 1965
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Vincent Van Gogh
L'Italienne
1887
huile sur toile
H. 81,5 ; L. 60,5 cm.
Donation baronne Eva Gebhard-Gourgaud, 1965
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ Adrien Didierjean
Vincent Van Gogh
(1853 -
1890)
Niveau supérieur,
Salle 36
Esta mujer es sin duda Agostina Segatori (1843-1910), exmodelo de Corot, Gérôme y Manet con quien Van Gogh mantuvo, al parecer, una breve relación amorosa unos meses antes de realizar este retrato.
Durante su estancia en París entre 1886 y febrero de 1888, Van Gogh se inicia en las teorías científicas de los colores puestas a punto por los neoimpresionistas. Gran amante de las estampas japonesas, el artista se libra aquí a una síntesis totalmente personal de estos dos estilos.
Varios elementos evocan las estampas japonesas: el borde asimétrico, la estilización del personaje en un retrato sin sombra ni perspectiva, incluso el fondo monocromo. Pero al refinamiento de la estética oriental, Van Gogh prefiere un tratamiento enérgico, que brinda una impresión de poder casi primitiva.
Los neoimpresionistas yuxtaponen los colores complementarios para intensificar su percepción. Aquí Van Gogh hace lo mismo al asociar los rojos y los verdes, los azules y los anaranjados, pero no utiliza la pincelada puntillista de Signac o Seurat. Su modelo está representado por trazos nerviosos que se imbrican y se cortan. Los colores son violentos, expresivos y muestran a Van Gogh como a un precursor del fauvismo.
El rostro de Agostina Segatori, en el que predominan el rojo y el verde, ilustra el proyecto formulado por el pintor un año después en Arles: "ser capaz de expresar las terribles pasiones de la humanidad por medio del rojo y del verde".
Durante su estancia en París entre 1886 y febrero de 1888, Van Gogh se inicia en las teorías científicas de los colores puestas a punto por los neoimpresionistas. Gran amante de las estampas japonesas, el artista se libra aquí a una síntesis totalmente personal de estos dos estilos.
Varios elementos evocan las estampas japonesas: el borde asimétrico, la estilización del personaje en un retrato sin sombra ni perspectiva, incluso el fondo monocromo. Pero al refinamiento de la estética oriental, Van Gogh prefiere un tratamiento enérgico, que brinda una impresión de poder casi primitiva.
Los neoimpresionistas yuxtaponen los colores complementarios para intensificar su percepción. Aquí Van Gogh hace lo mismo al asociar los rojos y los verdes, los azules y los anaranjados, pero no utiliza la pincelada puntillista de Signac o Seurat. Su modelo está representado por trazos nerviosos que se imbrican y se cortan. Los colores son violentos, expresivos y muestran a Van Gogh como a un precursor del fauvismo.
El rostro de Agostina Segatori, en el que predominan el rojo y el verde, ilustra el proyecto formulado por el pintor un año después en Arles: "ser capaz de expresar las terribles pasiones de la humanidad por medio del rojo y del verde".