Louis Pasteur
Artwork caption copied
Albert Edelfelt
Louis Pasteur
1885
huile sur toile
H. 155,0 ; L. 127,5 cm.
Achat à Albert Edelfelt, 1887 ; Dépôt du musée national du château de Versailles, 1986
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ Martine Beck-Coppola
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Albert Edelfelt
Louis Pasteur
1885
huile sur toile
H. 155,0 ; L. 127,5 cm.
Achat à Albert Edelfelt, 1887 ; Dépôt du musée national du château de Versailles, 1986
© droits réservés
Albert Edelfelt
(1854 -
1905)
Niveau médian,
Salle 60
Como muchos de sus contemporáneos procedentes de Europa del Norte, el finlandés Albert Edelfelt llegó a Francia con a penas veinte años, para acudir a los cursos de la escuela Parisina de Bellas Artes. Muy pronto, participa en exposiciones oficiales, en las que no tarda en ser galardonado con medallas y recompensas. La presentación, en el Salón de 1886, de su retrato del químico y biólogo Louis Pasteur, logra que alcance una nueva etapa de su carrera, ya que con este fue condecorado con la Legión de honor. En una época en la que los pintores prefieren obviamente las evocaciones científicas contemporáneas a una pintura histórica, que se atasca en la reproducción de anécdotas, este retrato de uno de los más famosos científicos del momento, tuvo un considerable éxito.
Pasteur está representado en medio de su laboratorio de la calle de Ulm, rodeado del material de sus experiencias. Aguanta en la mano el bocal que contiene la médula espinal del conejo contaminado por la rabia, a partir del que va a finalizar la vacuna antirrábica. Este descubrimiento pronto hará que pase a ser considerado como un benefactor de la humanidad. Renunciando a una representación heroica, este cuadro es todo ponderación, en su composición como en su luz. Ésta procede de una ventana invisible en la derecha, se reparte con delicadeza, detallando los objetos y el perfil atento del científico.
Pasteur está representado en medio de su laboratorio de la calle de Ulm, rodeado del material de sus experiencias. Aguanta en la mano el bocal que contiene la médula espinal del conejo contaminado por la rabia, a partir del que va a finalizar la vacuna antirrábica. Este descubrimiento pronto hará que pase a ser considerado como un benefactor de la humanidad. Renunciando a una representación heroica, este cuadro es todo ponderación, en su composición como en su luz. Ésta procede de una ventana invisible en la derecha, se reparte con delicadeza, detallando los objetos y el perfil atento del científico.