The parting of Sir Lancelot and Queen Guinevere
En 1874, el escritor Alfred Tennyson pide a su amiga y vecina de la isla de Wight, Julia Margaret Cameron, que ilustre con fotografías una de sus obras. Se trata de los Idilios del rey, libro de poesías inspiradas por las leyendas arturianas.
La poesía con muchas imágenes de Tennyson ya nutre desde hace más de diez años la obra de Julia Cameron. De modo que está encantada con este encargo y se dedica a él en cuerpo y alma durante más de tres meses. Amigos, personal de servicio, visitantes de paso son reclutados para posar delante del objetivo en trajes de alquiler.
Las tomas de vistas se multiplican, debido a contratiempos técnicos —la duración de exposición oscila entonces entre tres y siete minutos— y a la preocupación por la perfección de la autora. Se realizan finalmente más de doscientas imágenes para las doce ilustraciones finales. Solo La Despedida de Lancelot y Genoveva requirieron cuarenta y dos tomas de vistas.
En estas escenas, Julia Cameron se muestra muy próxima a los prerrafaelitas, influencia perceptible no solo en la elección de los temas y la importancia dada a la figura humana, sino también en la mezcla de misticismo, de ternura y de sensualidad. Es la primera que da acceso a la fotografía a un ámbito del que esta parecía estar excluida en un principio: el del imaginario, de la ficción y del bello ideal. Se trata de una tendencia típicamente anglosajona, con consecuencias particularmente relevantes. Abre, en efecto, la vía no solo al movimiento pictorialista internacional de finales del siglo, sino también a la fotografía surrealista y abstracta de los años 1920.