Portrait de l'artiste
En este retrato fechado de comienzos de los años 1910, Henri Martin se refiere tanto a las novedades introducidas por los neo-impresionistas, como a la gran tradición pictórica. De modo que, se utilizan numerosos elementos procedentes de una nueva lectura del pasado, para empezar por la forma cimbrada del lienzo. Ésta recuerda los arcos en asa de cesta, típicos de la Edad Media.
La paleta del pintor sujetada por el artista tiene un valor demostrativo evidente: haciendo simbólicamente estado de su función, Martin cita explícitamente la pintura de los primitivos. Por fin, el principio del retrato en interior procede de un largo patrimonio.
La factura sin embargo permite relacionar esta obra con el neo-impresionismo. Martin intenta plasmar aquí la vibración de la luz meridional, adoptando la división de los tonos. Utiliza puntos y rayas de colores, colocados encima de una materia ya espesa y yuxtapuesta de manera más o menos tupida, recordando una manera apreciada por Albert Dubois-Pillet, uno de los fundadores del movimiento.
Aplicada a un dibujo riguroso pero fluido y a una composición sabia pero que parece toda natural, esta técnica, que sorprendió en 1884, y sublevó en 1886, se encuentra en esta pintura de 1912, acordada e integrada a la gran tradición pictórica francesa.