Portrait d'Yvonne Lerolle en trois aspects
Al Relacionarse, a partir de los años 1890, con el círculo del pintor, mecenas y editor de música Henry Lerolle, Maurice Denis estrecha amistad con una de sus hijas, Yvonne. Ejecuta para ella un ex-libris en 1893 y, sobre todo, realiza en 1897 este triple retrato, magnífico recuerdo de su relación.
Detrás de un primer retrato central, dos otras apariciones de Yvonne integran un verde paisaje, la parte superior estando enmarcada por los follajes oscuros de dos árboles. Como lo muestra la lectura de su Diario, Denis ha elaborado minuciosamente su cuadro: "Hacer el retrato de Y dándole importancia a la frondosidad, y retroceder el pequeño árbol, para otorgarle mayor importancia y en mismo tiempo proporcionar espacio a las pequeñas figuras. I° fijar una composición; 2° dibujar cada parte, o parte esencial; 3° volver a colocar la composición en el lienzo con las modificaciones, las manchas de color; 4° dibujar con tiza, al carboncillo, y luego con esencia y con el tono local; 5° lijar y volverlo a trabajar. Aportar el mismo esmero a cada operación. La ventaja de esta regla, es de pintar sólo una vez, y de poder realizar cada parte por separado".
Esta triple representación reanuda con un esquema iconográfico ya utilizado por Denis en el Triple retrato de Marthe comprometida (1892, Saint-Germain-en-Laye, Museo departamental Maurice Denis). Pero pese a que este último sea como el eco ya clásico de disposiciones apreciadas por los prerrafaelitas (Astarté Siriaca, Dante Gabriel Rossetti, 1877, Manchester Art Gallery), el Retrato de Yvonne Lerolle procede, sin embargo, con mayor seguridad de las Chicas jóvenes en la orilla del mar (1879, museo de Orsay) de Pierre Puvis de Chavannes, cuadro con respecto al que Gustave Kahn escribe: "¿A caso no podemos ver, en estas tres mujeres, las tres parecidas y sin embargo de actitudes diversas, la misma mujer bajo tres aspectos físicos... la misma en tres momentos, en tres actos de su vida" (La Revue indépendante, enero de 1888).
Maurice Denis parece particularmente ligado a la construcción en abismo de la imagen multiplicada: las losas de piedra del primer plano definen un espacio de referencia, como si todo lo que se despliega más allá se convirtiese en una figuración diferida de la joven. Desarrollando varias fases de la vida de Yvonne, Denis se muestra fiel a su afán por las representaciones alegóricas de los momentos de la existencia, como ya lo había fijado, pero en cuatro cuadros, en su ciclo de las Temporadas (1891-1892, localizaciones diversas). Y recordándonos, junto a Mallarmé, Maeterlinck y Proust, que la verdad de un ser es la suma de sus sucesivos advenimientos, Denis alcanza una de las cumbres del arte simbolista.