Portraits à la Bourse

Edgar Degas
Portraits à la Bourse
entre 1878 et 1879
huile sur toile
H. 100,5 ; L. 81,5 cm.
Donation sous réserve d'usufruit Ernest May, 1923
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
Edgar Degas (1834 - 1917)
Rez-de-chaussée, Salle 13
En su manifiesto La nueva pintura publicado en 1876, el crítico de arte Edmond Duranty afirma que un retrato debe ser "el estudio de los reflejos morales sobre las fisionomías y el traje, la observación de la intimidad del hombre con su apartamento, del rasgo especial que le imprime su profesión...". Los cuadros de Degas ya habían inspirado ampliamente a Duranty este concepto del arte del retrato. Unos cuantos años más tarde, el pintor nos entrega un nuevo ejemplo con este lienzo. En efecto, lo que en primer lugar podríamos imaginar ser una simple escena de la vida parisina es ante todo un retrato: el del banquero Ernest May (1845-1925), coleccionista y aficionado de Degas.
De apariencia caótica, pero potentemente evocadora, la composición se apoya en una arquitectura sólida e ingeniosa. El pintor observa su sujeto con una cierta distancia. Hijo de un banquero que había hecho quiebra, Degas conoce el entorno del dinero pero se niega en penetrarlo.
May domina la escena. En su alrededor, demás personajes sugieren la agitación que reina en la Bolsa. El artista no muestra sin embargo los rostros, o deja sus rasgos desenfocados, con el fin de dirigir la atención hacia el modelo. May, el rostro pálido y alargado, parece sorprendentemente mayor que sus treinta y cuatro años. A la distinción de sus rasgos, imaginamos fácilmente que surge de un cuadro del Greco, pintor que Degas admiraba. No obstante, algo del sentimiento del artista respecto a la bolsa y al mundo de las finanzas trasparece mediante lo grotesco de los personajes de la izquierda, en el trasfondo. Más allá de su modelo, lo que Degas da a ver, es la representación de los códigos y de las costumbres de cualquier grupo social representativo de su época.
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