Procession à Penmar'ch
Ardiente y melancólica, la Bretaña se convierte en la tierra de elección de un grupo de artistas apodado la "pandilla negra". Emocionados por los violentos contrastes de esta región, en particular Charles Cottet y Lucien Simon, expresan mediante lienzos de colores oscuros, la dureza de la vida de los marineros y la fe que les sostiene.
"Mediante la extraordinaria clarividencia con la que ha plasmado, no sólo retratos típicos, sino también los sentimientos ocultos de cada personaje, La procesión será una de las más bellas producciones de nuestra escuela moderna [...]. La obra supera, y de lejos, el alcance habitual de un episodio; revela toda la persistencia del sentimiento religioso, en una raza heredera de un largo pasado de creencia, y respetuosa de la ley de los antepasados y de la tradición; las figuras devotas de las mujeres, la sincera gravedad de los pescadores, la majestuosa persona del párroco, con rostro sonriente y satisfecho [...], afirman la indiscutible autoridad del sacerdocio sobre el pueblo bretón" (L. Genevray, Les peintres de la vie moderne, 1912).
Aunque la obra de Lucien Simon haya podido sorprender las mentalidades, fue adquirida además por el Estado francés muy pronto en 1901, es sin duda la simplificación de las masas y el tratamiento franco, que le otorgan un carácter monumental.
