Projet pour la reconstruction des Tuileries, élévation de la façade avec une tour centrale
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Anonyme
Projet pour la reconstruction des Tuileries, élévation de la façade avec une tour centrale
entre 1880 et 1885
crayon, plume et encre noire, aquarelle sur papier
H. 49,1 ; L. 66,3 cm.
Achat, 1991
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ Hervé Lewandowski
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Anonyme
Projet pour la reconstruction des Tuileries, élévation de la façade avec une tour centrale
entre 1880 et 1885
crayon, plume et encre noire, aquarelle sur papier
H. 49,1 ; L. 66,3 cm.
Achat, 1991
© droits réservés
Anonyme
Incendiado el 23 de mayo de 1871, durante la Comuna, el Palacio de las Tullerías, erige sus ruinas en pleno centro de París, durante más de una década. Con la consolidación de la República, los partidarios de la demolición de los vestigios del Palacio insisten cada vez más. En 1882, el Ministro de las Artes, Antonin Proust, cercano a Gambetta, hace votar que se allane este símbolo, demasiado comprometedor al parecer de los republicanos, para ser restaurado. Se quitan los restos del castillo en septiembre de 1883, pero no se realizará la ordenación del jardín hasta 1889. Mientras que Charles Garnier estaba encargado, en 1881, de construir un museo aquí, sus contemporáneos ofrecen propuestas para la ordenación de este espacio, abandonando paulatinamente la idea de reconstrucción idéntica.
Este proyecto anónimo demuestra la variedad de las soluciones que se pudieron ofrecer. Nada recuerda aquí el edificio de Philibert Delorme, pero una inmensa torre central aparece como una especie de "compilación" arquitectónica: la cúspide se inspira del Panteón, las logias y los frontones de la Ópera de París, y también nos recuerda la Estación de Lyon... La torre está rodeada por dos galerías rebajadas y austeras, conectadas al Pabellón de Flore (en la derecha) y de Marsan (izquierda) por una columnata. La composición del conjunto es a la vez torpe y poderosa, debido a la ruptura de las escalas.
El uso de un edificio así sigue siendo un misterio. Iba a ser sin duda más simbólico que funcional. Este proyecto, que nos recuerda el gigantismo de la Mole Antonelliana (1863) de Turín, es sobre todo un testimonio del gusto de la época por la arquitectura en altura, de la que la Torre Eiffel es el ejemplo más famoso.
Este proyecto anónimo demuestra la variedad de las soluciones que se pudieron ofrecer. Nada recuerda aquí el edificio de Philibert Delorme, pero una inmensa torre central aparece como una especie de "compilación" arquitectónica: la cúspide se inspira del Panteón, las logias y los frontones de la Ópera de París, y también nos recuerda la Estación de Lyon... La torre está rodeada por dos galerías rebajadas y austeras, conectadas al Pabellón de Flore (en la derecha) y de Marsan (izquierda) por una columnata. La composición del conjunto es a la vez torpe y poderosa, debido a la ruptura de las escalas.
El uso de un edificio así sigue siendo un misterio. Iba a ser sin duda más simbólico que funcional. Este proyecto, que nos recuerda el gigantismo de la Mole Antonelliana (1863) de Turín, es sobre todo un testimonio del gusto de la época por la arquitectura en altura, de la que la Torre Eiffel es el ejemplo más famoso.
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