Richard Wagner
Auguste Renoir
(1841 -
1919)
Artwork not currently exhibited in the museum
Aficionado apasionado de música, Renoir fue en Francia uno de los primeros admiradores de Wagner. A comienzos del año 1882, cuando viaja al Sur de Italia, el pintor tiene la ocasión de acudir a Palermo donde Wagner realiza una estancia. Tras dos intentos infructíferos, Renoir fue por fin introducido acerca del "maestro" que, la víspera, ha colocado la última nota de su Parsifal.
Conocemos bastante bien el desarrollo de este encuentro, gracias a una carta de Renoir a uno de sus amigos, con fecha del 15 de enero de 1882. Wagner se muestra muy amable. Con la ayuda del alcohol, ambos hombres conversan relajadamente durante más de tres cuartos de hora, antes que se le proponga a Renoir una corta sesión de posado para el día siguiente. Relata este segundo encuentro, del modo siguiente en su carta: "Estaba muy alegre, pero muy nervioso [...]. En fin, creo que he aprovechado bien mi tiempo, 35 minutos, no es mucho, pero si me hubiera detenido antes, era muy bonito, ya que mi modelo acababa por perder un poco la alegría y ponerse tieso. He seguido demasiado estos cambios. [...] Al final Wagner me ha pedido verlo y ha dicho "¡Ah! ¡Ah! Me parezco a un sacerdote protestante, lo que es cierto. En fin, estaba muy contento de no haberme pasado demasiado: aquí tengo un pequeño recuerdo de esta cabeza admirable."
Veinte años más tarde, el crítico de arte Julius Meier-Graefe reanuda con este "pequeño recuerdo": "Es un notable documento. Nos revela algunos aspectos de Wagner con una psicología sorprendente, casi despiadada. No se sabe hasta que punto el pintor era consciente de ello: de todos modos, el cuadro les demuestra lo libre que se sentía el artista, frente al objeto de su admiración."
Conocemos bastante bien el desarrollo de este encuentro, gracias a una carta de Renoir a uno de sus amigos, con fecha del 15 de enero de 1882. Wagner se muestra muy amable. Con la ayuda del alcohol, ambos hombres conversan relajadamente durante más de tres cuartos de hora, antes que se le proponga a Renoir una corta sesión de posado para el día siguiente. Relata este segundo encuentro, del modo siguiente en su carta: "Estaba muy alegre, pero muy nervioso [...]. En fin, creo que he aprovechado bien mi tiempo, 35 minutos, no es mucho, pero si me hubiera detenido antes, era muy bonito, ya que mi modelo acababa por perder un poco la alegría y ponerse tieso. He seguido demasiado estos cambios. [...] Al final Wagner me ha pedido verlo y ha dicho "¡Ah! ¡Ah! Me parezco a un sacerdote protestante, lo que es cierto. En fin, estaba muy contento de no haberme pasado demasiado: aquí tengo un pequeño recuerdo de esta cabeza admirable."
Veinte años más tarde, el crítico de arte Julius Meier-Graefe reanuda con este "pequeño recuerdo": "Es un notable documento. Nos revela algunos aspectos de Wagner con una psicología sorprendente, casi despiadada. No se sabe hasta que punto el pintor era consciente de ello: de todos modos, el cuadro les demuestra lo libre que se sentía el artista, frente al objeto de su admiración."