Ruisseau en forêt (Montmirail)
Henri Le Secq se inicia en la fotografía sobre papel en 1848, en compañía de Gustave Le Gray, a quien había conocido en el estudio de Delaroche cuando ambos estudiaban la pintura. Apasionado por la arquitectura gótica, Le Secq se revela como uno de los más destacados intérpretes de la Misión Heliográfica de 1851, el primer encargo oficial hecho a fotógrafos. Pero además la arquitectura de las catedrales, uno de sus temas predilectos es el paisaje, en el que demuestra un arte consumado.
En Montmirail, donde su familia política posee tierras, Le Secq fotografía algunos "fragmentos de la naturaleza" sin cielo, que ponen de realce la densidad de la materia. En sus clichés, en particular en este Arroyo en el bosque, expresa una concepción terrenal del paisaje totalmente opuesta a la de Le Gray, más metafísico. No es una causalidad que Paul Périer, coleccionista de cuadros de los pintores de Barbizon, comente con admiración los paisajes presentados por este artista en la Exposición Universal de 1855.
Le Secq reproduce las obras de Diaz , frecuenta a Daubigny, su vecino en la isla Saint Louis, y se dedica a coleccionar los cuadros de Jongkind, Sisley y Monet, prueba de su afición por el arte del paisaje. Más adelante, en 1878, cuando abandona la fotografía, Le Secq publica sus paisajes dándoles por título Estudios de primeros planos según la naturaleza.
Este Arroyo en el bosque, obra cumbre del arte de Le Secq, es un ejemplo magistral de la inspiración realista del paisaje fotográfico en el siglo XIX.