Sémiramis construisant Babylone
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Edgar Degas
Sémiramis construisant Babylone
1861
huile sur toile
H. 151,5 ; L. 258 cm; pds. 49 kg. avec cadre H. 175 ; L. 281,3 cm
Achat, 1918
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ Hervé Lewandowski
Edgar Degas
(1834 -
1917)
Comenzado hacia 1860, Semiramis construyendo Babilonia no salió del taller de Degas hasta su muerte. Este cuadro representa una escena mitológica: Semiramis, reina de Asiría y fundadora de Babilonia, contempla desde una de las orillas del Éufrates, la elaboración de lo que se convertirá en una de las siete maravillas del mundo.
Algunos detalles de la composición dejan no obstante suponer una búsqueda histórica. El carro en la extremidad derecha, junto con el peinado de la reina parecen en efecto elementos iconográficos, recogidos a partir del estudio de los relieves asirios que acababan entonces de entrar en el Louvre. Varios dibujos, conservados en el Gabinete de Artes Gráficas, testimonian del trabajo previo realizado por el pintor para este cuadro histórico.
Conforme a la tradición académica neoclásica, las figuras están representadas por separado, primero desnudas, y luego envueltas con esmero de drapeados; lo que recuerda la manera de los maestros del Renacimiento italiano. Antes se opinaba que el pintor se había inspirado de una ópera de Rossini sobre este tema, presentada por primera vez en julio de 1860 en París. Parecen más bien haberle influenciado, los cuadros de Piero della Francesca que Degas había visto en Arezzo, a fines de los años 1850, como si la salvación de la pintura histórica encontrase su clave en los maestros del pasado.
Degas realiza pues varios cuadros históricos, incluido este, entre 1860 y 1865; algunos probablemente bajo el impulso de Gustave Moreau, con el que estaba estrechamente relacionado en dicha época. Planteándose interrogantes sobre la pertinencia de este género, en la pintura contemporánea, pretende aquí combinar un enfoque de reconstitución histórica, basado sobre la copia de fragmentos, con un trabajo plástico que asimila los códigos pictóricos, adquiridos durante su formación con Ingres.
Algunos detalles de la composición dejan no obstante suponer una búsqueda histórica. El carro en la extremidad derecha, junto con el peinado de la reina parecen en efecto elementos iconográficos, recogidos a partir del estudio de los relieves asirios que acababan entonces de entrar en el Louvre. Varios dibujos, conservados en el Gabinete de Artes Gráficas, testimonian del trabajo previo realizado por el pintor para este cuadro histórico.
Conforme a la tradición académica neoclásica, las figuras están representadas por separado, primero desnudas, y luego envueltas con esmero de drapeados; lo que recuerda la manera de los maestros del Renacimiento italiano. Antes se opinaba que el pintor se había inspirado de una ópera de Rossini sobre este tema, presentada por primera vez en julio de 1860 en París. Parecen más bien haberle influenciado, los cuadros de Piero della Francesca que Degas había visto en Arezzo, a fines de los años 1850, como si la salvación de la pintura histórica encontrase su clave en los maestros del pasado.
Degas realiza pues varios cuadros históricos, incluido este, entre 1860 y 1865; algunos probablemente bajo el impulso de Gustave Moreau, con el que estaba estrechamente relacionado en dicha época. Planteándose interrogantes sobre la pertinencia de este género, en la pintura contemporánea, pretende aquí combinar un enfoque de reconstitución histórica, basado sobre la copia de fragmentos, con un trabajo plástico que asimila los códigos pictóricos, adquiridos durante su formación con Ingres.
Rez-de-chaussée,
Salle 13