Tête d'Apollon

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Antoine Bourdelle
Tête d'Apollon
entre 1900 et 1909
tête en bronze
H. 67,4 ; L. 27,2 ; P. 25,3 cm.
Dation, 1989
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Patrice Schmidt
Antoine Bourdelle
Tête d'Apollon
entre 1900 et 1909
tête en bronze
H. 67,4 ; L. 27,2 ; P. 25,3 cm.
Dation, 1989
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Hervé Lewandowski
Antoine Bourdelle (1861 - 1929)
Niveau médian, Terrasse des sculptures 1880-1910
La Cabeza de Apolo es el resultado de un estudio comenzado por Bourdelle en 1900, cuando todavía era empleado de Rodin como ejecutante. En dicha época, Bourdelle está en busca de su propia orientación, deseando abandonar el romanticismo expresionista de su maestro. Su Cabeza de Apolo anuncia el nacimiento de su nuevo estilo y el regreso a la Antigüedad. Muchos años después, el propio artista explica su planteamiento: "Escapaba al taladrado, al plano accidental, en busca del plano permanente. Buscaba lo esencial de las estructuras, dejando en segundo plano las ondas pasajeras, y además, buscaba el ritmo universal".
Esta evolución no se logra sin sufrimientos. Marcado por las dificultades -dudas, enfermedad, encargos -, Bourdelle se desanima. Sólo más tarde reanuda con la arcilla, seca, estropeada, y retoma el modelado, trabajando a partir de vaciados en yeso. Lo termina en 1909, aunque dejando aparentes las huellas de este caótico génesis: grietas, costuras, mutilaciones...
Cuando se invita a Rodin para ver la obra, a éste "le sorprendió mucho. Observó como se cumplía el distanciamiento con él y no me lo perdonó". El estilo de Bourdelle está encontrado: cuando Rodin analiza, acentúa las sombras y los resaltos, exagera los músculos, Bourdelle al contrario sintetiza, construye la forma simplificando. Tal vez afectado por la reacción de Rodin, Bourdelle habla de "drama" y de "aislamiento del pensamiento escultórico". También otorga a la Cabeza de Apolo una dimensión autobiográfica: "Esta escultura es el drama de mi vida, un lado realizado, el otro en proyecto. Inquieta, austera, libre de cualquier pasado, de cualquier aportación contemporánea". La obra sigue escondida todavía diez años, antes de que Bourdelle autorice las reproducciones. Sea como sea, desde su origen, esta creación marca para él un giro: "una de mis primeras obras, una de aquellas que para mi empezaron a expresar lo que quería traducir".
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