Un vanneur
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Jean-François Millet
Un vanneur
vers 1848
huile sur bois, réplique
H. 79,5 ; L. 58,5 cm.
Legs Alfred Chauchard, 1910
© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais
/ Patrice Schmidt
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Jean-François Millet
Un vanneur
vers 1848
huile sur bois, réplique
H. 79,5 ; L. 58,5 cm.
Legs Alfred Chauchard, 1910
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay)
/ Hervé Lewandowski
Jean-François Millet
(1814 -
1875)
Rez-de-chaussée,
Salle 4
Esta pintura es una variación tardía de una obra presentada por Millet en el Salón de 1848, bajo el mismo título y comprada por Ledru-Rollin, el entonces ministro del Interior de la incipiente Segunda República. Millet abría de este modo un nuevo camino en su arte. Abandonando las mitologías y lo pintoresco, había encontrado a su héroe: el campesino.
El cribador está aquí captado en la realidad de su trabajo, el gesto se observa con precisión. Levanta la criba con la rodilla, sacude el grano, dejando revoltear chispas de un polvo que llena la granja y proporciona al cuadro una atmósfera dorada. Todo el arte de Millet está presente aquí, sus imponentes simplificaciones, sus grandes localizaciones de tonos, la calidad de sus colores, de las relaciones de valores y, sobre todo, la presencia de grandes figuras, pensadas como alegorías.
Este lienzo fue ampliamente comentado en 1848. Gautier impulsa el tono: "Es imposible", escribe por aquel entonces, "ver algo más riguroso, más arisco, más erizado, más inculto", pero añade "¡Pero ahora bien! Este mortero, esta masa espesa que se retiene en la brocha es de una calidad extraordinaria, de un tono fino y caliente cuando damos tres pasos atrás. Este cribador [...] se arquea de la manera más magistral". En esta versión tardía, Millet hace todavía más hincapié en el esfuerzo del campesino en la inclinación del cuerpo. Courbet fue un gran admirador del Cribador, y sin duda lo tuvo en la mente cuando empezó al año siguiente Los Picapedreros (obra destruida en los bombardeos de Dresde durante la Segunda Guerra Mundial).
El cribador está aquí captado en la realidad de su trabajo, el gesto se observa con precisión. Levanta la criba con la rodilla, sacude el grano, dejando revoltear chispas de un polvo que llena la granja y proporciona al cuadro una atmósfera dorada. Todo el arte de Millet está presente aquí, sus imponentes simplificaciones, sus grandes localizaciones de tonos, la calidad de sus colores, de las relaciones de valores y, sobre todo, la presencia de grandes figuras, pensadas como alegorías.
Este lienzo fue ampliamente comentado en 1848. Gautier impulsa el tono: "Es imposible", escribe por aquel entonces, "ver algo más riguroso, más arisco, más erizado, más inculto", pero añade "¡Pero ahora bien! Este mortero, esta masa espesa que se retiene en la brocha es de una calidad extraordinaria, de un tono fino y caliente cuando damos tres pasos atrás. Este cribador [...] se arquea de la manera más magistral". En esta versión tardía, Millet hace todavía más hincapié en el esfuerzo del campesino en la inclinación del cuerpo. Courbet fue un gran admirador del Cribador, y sin duda lo tuvo en la mente cuando empezó al año siguiente Los Picapedreros (obra destruida en los bombardeos de Dresde durante la Segunda Guerra Mundial).