Voiliers à Argenteuil

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Gustave Caillebotte
Voiliers à Argenteuil
vers 1888
huile sur toile
H. 65,5 ; L. 55,0 cm.
Achat sur les arrérages du legs Dol-Lair, 1954
© RMN-Grand Palais (Musée d’Orsay) / Hervé Lewandowski
Gustave Caillebotte
Voiliers à Argenteuil
vers 1888
huile sur toile
H. 65,5 ; L. 55,0 cm.
Achat sur les arrérages du legs Dol-Lair, 1954
© RMN-Grand Palais (musée d'Orsay) / Adrien Didierjean
Gustave Caillebotte (1848 - 1894)
Niveau supérieur, Salle 32

Caillebotte es un apasionado de vela. A partir de 1879, es el vencedor de regatas en el Sena y se destaca por sus lujosos e innovadores barcos. Incluso llega a convertirse, al final de su vida, en un afamado arquitecto naval, su pasión por el barco acabando por predominar a la pintura. A partir de 1881, compra una casa en Petit-Gennevilliers, a orillas del Sena frente a Argenteuil, donde se encuentra el Círculo de Vela de París. Esta casa se convierte poco a poco en su residencia principal.
Se pone pues naturalmente a pintar barcas de remo, los "canotiers", y veleros. Por supuesto, su visión está influenciada por la de Monet que, instalado en Argenteuil desde 1871, hizo de los veleros en el Sena, uno de sus motivos predilectos. Manet, Renoir, véase incluso Sisley también han ampliamente abordado este tema. Por ello Caillebotte parece casi pasado de moda, por lo menos un paso por detrás, cuando expone en 1888 vistas de barcos en el Sena. A pesar de todo, algunas composiciones, como ésta, son perfectamente equilibradas, luminosas, logradas.
En ellas observamos la flotilla de barcos de recreo, atracados río abajo del viejo puente de madera de Argenteuil. Tras los arcos, se adivinan los pilares del puente de ferrocarril y los cuetos de Sannois y de Orgemont. Pintado rápidamente, probablemente a partir del motivo, este cuadro que describe los reflejos espejantes del río está, sin embargo, sólidamente estructurado por líneas horizontales y verticales fuertes (el puente, los mástiles). En seguida están contrarestadas por sutiles oblicuas (el pontón, las velas) que dan el compás de la composición. La superficie pictórica está muy trabajada, con pinceladas espesas y apretadas, muy diferentes de los efectos más fluidos de Monet y Renoir.

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